
El mundo está envuelto en una crisis sanitaria a raíz de la propagación de la COVID-19. Esto provoca que estemos viviendo momentos de mucha incertidumbre. Entonces, se nos dispara la capacidad que tenemos los seres humanos de pensar en el futuro y con ello, anticipar obstáculos o problemas para planificar soluciones. Esto nos resulta útil cuando enfocamos la mente en ideas prácticas como aumentar las medidas de higiene, garantizar el distanciamiento social, y todo lo que podemos decidir para evitar contagiarnos. Pero también, como parte de este pensamiento futurista no podemos evitar, muchas veces, la preocupación que cuando se hace excesiva, puede atacar la salud física.
El actual contexto es difícil, pero no podemos permitir que nuestros pensamientos se centren en situaciones imaginarias cada vez, más catastróficas. A veces, sufrimos más por lo que nos puede pasar, que por lo que realmente, nos está pasando. Empezamos a hacer una larga lista de y si me enfermo, y si no puedo ver más a mi familia, y si nunca saldremos de esto, y si…
Cuando nos sintamos atrapados en esta negatividad, más fuerzas debemos sacar para seguir adelante. Obliguémonos a asumir una mentalidad positiva para que las circunstancias no tengan poder sobre nosotros.
Las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra. No se llene de temor por lo que pueda pasar, recuerde que todo tiene solución.
Ya estamos viviendo una nueva normalidad en la que hemos aprendido a valorar un abrazo o un beso. Entonces, afiancemos el futuro, viviendo el presente con fe, con responsabilidad, para que todas las emociones que hemos desarrollado de manera virtual, vuelvan a ser presenciales.
Vea también: