“Fidel cree que es posible
el cielo en la tierra”

Frei Betto


Cuando niña la idea de que un día Fidel no estuviese me hacía sentir muy mal. Lo veía como el guía que siempre tenía que estar. No había cabida para otro pensamiento. Con el paso del tiempo se convirtió, sin que yo misma lo percibiera, en una seguridad.

No lo idealicé. Era la necesidad de su optimismo contagioso, a tal punto, que para él no existió situación por muy compleja que fuera, para la cual no tuviese una solución. Siempre irradiando confianza, con un carisma inigualable reconocido y admirado hasta por sus enemigos.

Recuerdo el día de aquella triste noticia. Estaba en casa y solo atiné a coger el teléfono para confirmar lo que mi cerebro se negaba a aceptar. Entonces siguieron momentos inolvidables, muchos compartimos esos sentimientos, primero el desasosiego, la tristeza, pero sobre todo las muestras de reafirmación revolucionaria inundaron el país, nos dolía su partida física.

La juventud se hizo protagonista del duelo y me convenció de que está presente y todo por lo que luchó tiene continuidad. Hoy, a dos años de su ausencia, los agradecidos sentimos su compañía en cada batalla que libramos diariamente. Por él cada día debemos ser mejores seres humanos y cumplir con su sueño de paz y la felicidad en la tierra.