El cubano es un ser jocoso. Nos caracterizamos por nuestra alegría innata. A casi todo le encontramos un motivo para hacer un chiste. Y si se trata de hacer similitudes humoríticas, entonces somos insuperables.
Todos, en sentido general, somos así. Pero, el habanero, se me antoja, es el más dicharachero.
Hace poco, conversábamos sobre este tema y salió a relucir el punto. Conocemos que es el principal signo de puntuación y se usa para indicar una pausa mayor que la coma. Pues, en estos días si le dicen: tú eres un punto, preocúpese.
Es que en el diccionario (habanero) su significado cobra nueva forma: una persona tonta, alguien a quien le suceden muchos eventos indeseados o simplemente quien es motivo de risa por sus desaciertos.
No es menos cierto que somos bromistas por excelencia, es parte de nuestra idiosincrasia. Pero, seguro coincide conmigo en que cada frase popular, es sencillamente tan natural, que no sabemos, a veces, en qué momento la hemos incorporado a nuestro léxico.
Aún así, esta característica, no debe ser sinónimo de chabacanería, de burla hiriente y mucho menos de humillación. Debemos aprender a conjugar cualquier chiste o frase con la responsabilidad que tenemos como seres humanos de cuidar y respetar el bienestar de los demás.
Es muy importante no hacer sentir mal a nuestros semejantes, y aplicar la máxima: reírse con los demás, y no de los demás.
Cuando enfrentamos vicisitudes, la vida cobra un matiz más soportable si somos capaces de mantener el equilibrio emocional. Entonces, sigamos siendo dicharacheros, pero no convierta la broma en crueldad.
Así eduqué a mi hija desde siempre, nunca de las personas la burla, sí de las cosas, nunca de una caída, de un defecto físico, sí de ropas, sombreros, modas, dicharachos, cuentos, etc.