Foto: Cubadebate

Lamentablemente cuando iniciamos una reclamación entre una persona natural y otra jurídica (también al revés) se adoptan posiciones defensivas que excluyen, de inmediato, cualquier intento de negociación. De hecho, la actitud de contrarios bloquea el avance del diálogo y se torna en una cruzada de “misiles” desde posiciones monolíticas. Pero si el puente de la comunicación es una máquina, los ánimos del reclamante fenecen ante el gélido proceder del otro lado.

Por supuesto, sostengo una posición recurrente y también defensiva de mis derechos al no entender a la contraparte, en este caso, el departamento de Atención a Clientes del Banco Metropolitano. Una operación fallida registrada en los sms de mi celular y el supuesto cobro erróneo de una transferencia a través de Transfermóvil, me llevó a tocar en la puerta de papel como definió el desaparecido colega Guillermo Rodríguez Rivera, a la columna de los lectores en un periódico.

Recuerdo la forma intermitente en que sonaban los teléfonos de Tribuna de La Habana, bajo la presión de inquietudes relacionadas, la mayoría, con deficiencias en servicios de entidades administradas por personas naturales (cuentapropistas) y en su mayoría jurídicas. Como práctica la atención inmediata se convirtió en un estilo de nuestro trabajo periodístico no solo al publicar, sino al investigar e incluso gestionar la aclaración de estos señalamientos.

Mientras “cibernizo”, releo el último correo de esta mañana: “Estimado cliente: Gracias por comunicarse con el Banco Metropolitano. Será un placer poder atender sus solicitudes para lo cual le orientaremos la manera más provechosa en que puede obtener información sobre los principales productos y servicios de la institución (…)”.

Debo aclarar que respiro tranquilo, porque mudar todas mis operaciones a otra banca sería un proceso extremadamente engorroso y recuerdo que asumo la posición del famoso cuento del gato.