Foto: Archivo

Comienza a cerrar los contornos de la ciudad. La gacela (GAZelle) detiene la marcha y el conductor le dice a cada pasajero que aborda: “Buenas noches”, de igual manera despide a quienes se bajan del vehículo con el deseo de un feliz descanso. De manera invariable repite el saludo con un tono respetuoso y conciliador a quienes buscan una respuesta durante el tramo.

La música que comparte es cubanísima y el volumen aceptable, sin interferir con sonoridades estruendosas. Se llama Reinier Cuesta y es un joven de nuestros tiempos que también ha participado en el traslado de pacientes y personal de Salud en estos meses de enfrentamiento a la COVID-19.

Media hora antes, una colega, me hacía referencia a los cambios que observa en el comportamiento de los ciudadanos. “Siento un mayor respeto de las personas a los demás cuando viajo en la guagua, casi siempre en silencio, no como antes que el ruido –como si fueran ‘discotecas ambulantes’–obligaba a hablar en voz alta”.

No obstante, la actitud del chofer de la gacela, me pareció más que elocuente. Le pregunté el por qué lo hacía con cada pasajero y respondió: “Debe ser una conducta, en el servicio, normal”. Sin más palabras. Y realmente no hacían falta descubrir otras motivaciones y argumentos.

La entrada a la necesaria nueva normalidad en medio del enfrentamiento a la covid-19, precisa de estas formas de relacionarnos al defender una norma cívica que es el respeto al derecho de los demás, sobre todo, cuando va acompañado de las buenas maneras de relación social a través de las cuales nos identificamos y protegemos.

En especial siento orgullo por la actitud de los más jóvenes del equipo de dirección, durante las intensas jornadas de labor, en medio del riesgo asumido. Sobre mi buró un fragmento de papel, escrito a mano, resume el mejor reconocimiento personalmente en el aniversario 40 del periódico.

“Feliz día de la Cultura a quien regala cultura”. Puedo asegurarles que una brisa de aire fresco y renovador
embriaga mi cuerpo.