La celebración del Día de la Cultura cubana resulta una convocatoria permanente en la lucha de un pueblo para defender la soberanía y la identidad frente a los intentos de colonización ideológica que precede a cada acción en la estrategia imperialista para consolidar su hegemonismo en el mundo y destruir los valores sobre los cuales se forja el destino independiente de nuestra nación.
Una jornada para meditar en la importancia de aquel legado de Fidel durante las reuniones sostenidas entre los días 16, 23 y 30 de junio de 1961, en la Biblioteca Nacional José Martí, conocida por Palabras a los intelectuales y en las cuales definió que “La Revolución no puede pretender asfixiar el arte o la cultura, cuando una de las metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un verdadero patrimonio del pueblo. Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en el orden espiritual, queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural. Y lo mismo que la Revolución se preocupa del desarrollo de las condiciones y de las fuerzas que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades materiales, nosotros queremos desarrollar también las condiciones que permitan al pueblo la satisfacción de todas sus necesidades culturales”.

La formación cultural en Cuba, está presente en las bases de la enseñanza a todos los niveles desde el conocimiento de los fundamentos históricos que condujeron las luchas por la independencia desde 1868 hasta el triunfo de la Revolución en 1959. En este sentido la educación artística especializada es un exponente para el mundo, reconocido por sus valores académicos, por la Unesco, y ejemplo de la formación de artistas que han contribuido al patrimonio cultural de la nación y la continuidad de nuevas generaciones capaces de mostrar una obra de alto nivel artístico a nivel internacional, como el Ballet Nacional de Cuba, el Conjunto Folklórico Nacional, el Instituto de Arte e Industria Cinematográficos y de la Música, constituyen baluartes de la proyección de la Cultura en Cuba.
En medio de los cotidianos ataques mediáticos contra nuestro país y el recrudecimiento de las agresiones subversivas –pagadas y apoyadas por el gobierno de Estados Unidos- contra nuestros artistas, debemos mantener como brújula un principio de que la Revolución, en sí misma, tiene el derecho a defenderse como expresara Fidel y específicamente en aquella referencia visionaria en la cual subrayó:
“Pero si a un hombre de la generación venidera le dicen que un escritor, que un intelectual —es decir, un hombre dentro de 100 años— de esta época vivió en la Revolución indiferente a ella y no expresó la Revolución, y no fue parte de la Revolución, será difícil que lo comprenda nadie (…)”. Así somos y en la continuidad de la forja de nuestra nación, avanzamos.
Estremece escuchar las palabras del maestro Frank Fernández, en una breve entrevista televisiva, acerca de la versión de El Mambí, interpretada por Santiago Feliú. Se trata de la obra del patriota y capitán del Ejército Libertador Luis Casas Romero –precursor de la Radio Cubana, primero en realizar una transmisión de radio de onda corta y llevar la retreta al éter del territorio cubano.
El maestro Frank Fernández, hizo referencia a Santiago Feliú como el más coherente para interpretar esa canción. El lamentablemente desaparecido trovador, en plena juventud y madurez artística, que fue considerado “contestatario”, una acuñación de quienes, atrincherados en posiciones oportunistas dentro de la Revolución cubana, no hicieron otra cosa que escalar, mientras esperaban agazapados la mejor forma de retribuirse a sí mismos.
En estos tiempos de guerra psicológica y ataques mediáticos contra la Revolución cubana y, específicamente, a sus artistas, recuerdo cuando aprendí esa canción con el acompañamiento de mi madre y la manera en la cual inculcó valores patrióticos que hoy me acompañan en mi vida personal y profesional.
Desde este conocimiento y memoria histórica puedo descubrir las posiciones de aquellos que rechazan un compromiso directo con la obra revolucionaria que construimos en la forja de una nación y se parapetan detrás de supuestas posiciones conservadoras o distantes de la lucha que nos imponen a pensamiento cuando la soberanía del país precisa del esfuerzo de todos.