Foto: Francisco Blanco

No tuvimos la imagen televisiva, este miércoles, del doctor Durán en el parte matutino relacionado con los reportes de la COVID-19, en todo el país. Su presencia es comparable con la singular experiencia de un corredor de fondo, salvo que fuera de Olimpiadas y récord Guinness, demuestra la voluntad de continuar un desafío en el cual la meta de cada día es reducir el número de contagios frente a tan letal enfermedad.

Su relevo ocasional, el doctor Pablo Feal Cañizares, director de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades del Ministerio de Salud Pública de Cuba, como lo ha demostrado en su inicial presentación, pudiera convertirse en el otro rostro visible de quienes no pueden mostrar la fatiga del desvelo cuando el tiempo resulta un rival constante en sus investigaciones, las exigencias de los protocolos en zona roja y los que apoyan servicios complementarios de la fuerte actividad del sistema de salud para enfrentar la COVID-19.

A pesar de los ingentes llamados a mantener el distanciamiento social previsto en un metro y medio de distancia, durante las imprescindibles salidas a centros comerciales, lamentablemente resulta visible la cantidad de personas que no reparan en estas medidas y continúan sin la protección del nasobuco –que tampoco es infalible, solo disminuye la carga de virus en una exposición directa-, y otras indisciplinas capaces de sostener altos los indicadores de contagios, sobre todo porque muchas de las personas infectadas resultan asintomáticas.

Por el momento, sin pronósticos pesimistas, estamos distantes de contribuir a bajar la ascendente curva contra la COVID-19 y, en consecuencia, hemos retrocedido hasta el punto de perder el inicio de un nuevo curso lectivo que debió ser continuidad del anterior abruptamente interrumpido, lo cual debe ser una alerta para los habaneros, si tenemos en cuenta que el presupuesto del Estado para cada curso escolar es multimillonario, además de los gastos adicionales en cuanto a la preservación de la Salud Pública, las inversiones detenidas y las respuestas urgentes para garantizar producciones alternativas de recursos energéticos, industriales y alimentos que también conllevan una alta cuota de sacrificios.