
No tuvimos la imagen televisiva, este miércoles, del doctor Durán en el parte matutino relacionado con los reportes de la COVID-19, en todo el país. Su presencia es comparable con la singular experiencia de un corredor de fondo, salvo que fuera de Olimpiadas y récord Guinness, demuestra la voluntad de continuar un desafío en el cual la meta de cada día es reducir el número de contagios frente a tan letal enfermedad.
Su relevo ocasional, el doctor Pablo Feal Cañizares, director de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades del Ministerio de Salud Pública de Cuba, como lo ha demostrado en su inicial presentación, pudiera convertirse en el otro rostro visible de quienes no pueden mostrar la fatiga del desvelo cuando el tiempo resulta un rival constante en sus investigaciones, las exigencias de los protocolos en zona roja y los que apoyan servicios complementarios de la fuerte actividad del sistema de salud para enfrentar la COVID-19.
A pesar de los ingentes llamados a mantener el distanciamiento social previsto en un metro y medio de distancia, durante las imprescindibles salidas a centros comerciales, lamentablemente resulta visible la cantidad de personas que no reparan en estas medidas y continúan sin la protección del nasobuco –que tampoco es infalible, solo disminuye la carga de virus en una exposición directa-, y otras indisciplinas capaces de sostener altos los indicadores de contagios, sobre todo porque muchas de las personas infectadas resultan asintomáticas.
Por el momento, sin pronósticos pesimistas, estamos distantes de contribuir a bajar la ascendente curva contra la COVID-19 y, en consecuencia, hemos retrocedido hasta el punto de perder el inicio de un nuevo curso lectivo que debió ser continuidad del anterior abruptamente interrumpido, lo cual debe ser una alerta para los habaneros, si tenemos en cuenta que el presupuesto del Estado para cada curso escolar es multimillonario, además de los gastos adicionales en cuanto a la preservación de la Salud Pública, las inversiones detenidas y las respuestas urgentes para garantizar producciones alternativas de recursos energéticos, industriales y alimentos que también conllevan una alta cuota de sacrificios.
Es lamentable como las personas que viven en la habana no acaban de interiorizar el riesgo que se corre con esta enfermedad y principalmente a las personas vulnerables y no acaban de acogerse a las medidas que dicta el gobierno y salud publica y dejarse de tantas indisciplinas que están afectando a todo país
El Dr. Duran ya se nos ha hecho imprescindible en las mañanas, pero tambien tiene que descansar. Gracias por su esfuerzo, pero cuidemoslo, por favor!
De acuerdo con su plantemiento Luisa y agradecidos de su comentario que complementa este llamado.
Gracias Marga. Es bueno compartir su criterio. También escuchar al Doctor Durán nos ha permitido "alfabetizarnos" en cuanto a muchas actitudes inconsecuentes que teníamos la mayoría acerca de esta situación que nos afecta con el Covid-19.
No tienen respeto por el Dr Durán y muchos otros que, como él, no han descansado durante esta pandemia, para intentar reducir los casos positivos. Pero eso no les importa a los que quieren andar en fiestas y playas, a los que piensan que nada les va a pasar. Y lo más triste de todo es que ellos contagian a su gente, a veces personas de la tercera edad, que luego fallecen porque sus organismos no reaccionan igual a las enfermedades, porque tienen muchas otros padecimientos que hacen más complicada la recuperación. Tampoco piensan en las miles de personas que no descansan desde esto empezó, que están constantemente en peligro de contagiarse, porque están ahí directo con los enfermos; y los otros miles de trabajan sin descanso para dar información, cuidar a los que trabajamos, velar por que se cumplan las medidas. Eso no les importa, no, y luego lloran cuando pasan las cosas y hasta hablan mal del gobierno, critican cada paso que se da. No, esos no pueden ser cubanos, no pueden ser habaneros, esos tienen que ser extraterrestres, no sé, pero me niego a creer que los cubanos nos hallamos convertido en algo tan malo y nocivo para los demás, y voy a seguir creyendo que todos los cubanos somos como el Dr. Durán, que no ha descansado un solo día para que todos podamos estar al tanto de lo que pasa con la COVID-19, y nos regaña como un padre, con ternura, con cariño, para que hagamos las cosas mejor.