Como dice el refrán, la necesidad hace parir hijos machos. En estos tiempos de complejidad epidemiológica, han surgido experiencias inteligentes que solucionan las urgencias del camino. Otras, se han desempolvado del baúl de los recuerdos de anteriores momentos malos.

Si rectificar es de sabios, lo que se espera de nosotros como sociedad es que, tras la epidemia, una vez ganada la batalla contra el nuevo coronavirus, llamemos un rabo de nube “que se llevara lo feo y nos dejara el querube”. En otras palabras, que permanezca lo válido, lo justo, la cooperación y lo que nos puede dar soberanía.

Aunque enlistar pudiera parecer prematuro, el ejercicio es personal, espontáneo y reflexivo. Cada cual puede hacer el suyo. En primer lugar, debería pensarse cómo mantener las rutas para el personal médico. Qué más justo que quienes velan por la salud de cubanas y cubanos puedan trasladarse hacia y desde sus centros cómodamente, como lo hacen tantos otros organismos, sin tener que “fajarse” con un P-11 o un P-9 para ir desde/a Alamar o hacia La Lisa, por ejemplo. Su papel en la sociedad y los ingresos del sector lo avalarían.

Las alianzas entre institutos, investigadores, trabajadores por cuenta propia y proyectos han resultado una fortaleza para encontrar, juntos, soluciones a problemas de la electromedicina, la protección del personal médico, el pesquisado, la comunicación y la atención a grupos vulnerables, entre muchos otros.

Este tiempo debe servir también para acentuar más la mirada en los mayores, no pocas veces vulnerables por estar solos, por sus enfermedades o escasos ingresos. En materia de higiene, la epidemia deja también lecciones. No puede la gastronomía, ya sea estatal o privada, tener listos desde la madrugada o día anterior, panes con cosas o frituras, entre otros, debe ser al momento. De lo contrario, ¿cómo se garantizaría su inocuidad?

Superior debe ser la exigencia en el estado, limpieza y desinfección de superficies en centros de elaboración, donde todo parezca como salón de operaciones nuevo, aunque lleve recursos. A menudo, se maquillan el salón y la fachada, mientras la cocina, que es el corazón, queda cual Cenicienta.
Para la agricultura, el llamado a que se siembre cada pedacito viene de hace tiempo. Sin embargo, ahora, los más perspicaces, siembran todo, hasta entre casas de cultivo, bajo los mangos o aguacates, en las cercas, o de forma vertical. ¿Por qué no hacerlo siempre?

Ah, la transparencia informativa. Los consejos de defensa, a nivel de provincia y municipios, han permitido el acceso de la prensa, sin secretarias-barreras de por medio, a la información pública, de interés para la población. Hay más y en lo que damos la estocada al SARS-CoV-2, habrá otras. Lo relevante es no desecharlas luego.