“Ayudar al que lo necesita

no sólo es parte del deber,

sino de la felicidad”

José Martí

Cada jornada, un vehículo de las FAR espera frente a su casa. La doctora Cary, tal como la conocen en el barrio, lleva su bata discretamente doblada en la amplia cartera. No tiene la obligación profesional de realizar consultas los días que descansa después de una guardia, pero estos no están incluidos en su agenda. Sabe lo importante de visitar las unidades donde se encuentran aquellos que tampoco pueden ir a sus casas para no descuidar su disposición en la sagrada tarea de la defensa de la Patria, rostros bisoños y otros no tanto que aún no pueden disfrutar de la familia en tiempos de enfrentar la COVID-19.

Hace unos días comentaba la impresión de una pregunta causada por un soldado: ¿Cómo se cura el egoísmo doctora? –preguntó aquel- y en sus ojos la inquisitiva interrogante tenía un hálito de tristeza. Recuerda haber colocado entre sus manos las del muchacho, tal como lo hace una madre, y respondió con un pensamiento de nuestro José Martí. “El egoísmo es el mal del mundo. Es dañino, envidioso, desdichado y cobarde. El humanitarismo, el altruismo, la abnegación, el sacrificio de sí por el bien de otros, el olvido de sí, es la nota de los tiempos modernos”.

Precisamente por estos días las anécdotas se han convertido en la forma de mostrar valores humanos que siempre estuvieron allí, entre la mayoría, y solo bastaba un resorte para multiplicarse. El aplauso de cada noche al personal de salud deviene en símbolo que también se transmitirá como un legado a las nuevas generaciones de cubanos. La esencia de unidad transmitida, en esta expresión de amor compartida, quiebra el trecho físico del distanciamiento social y nos purifica en el alma de una nación dispuesta a luchar y sobrevivir.

La doctora Cary no sabe el porqué de la preocupación del soldado, pero sí del brillo de sol que asomó a sus ojos antes de convertirse en sonrisa.