En medio de la grave situación internacional condicionada por la pandemia de la COVID-19, el gobierno de Estados Unidos intensifica su guerra no encubierta contra Cuba, al ejercer una presión visceral sobre cualquier esfuerzo de nuestro país en la búsqueda de mercados que permitan adquirir medicamentos, alimentos y tecnología para continuar su desarrollo económico y social.
Sin embargo, la respuesta al título de este artículo la ofrece en cada nueva jornada la administración de la Casa Blanca, que entre enero y el mes en curso aprobó, aceleradamente, medidas adicionales de bloqueo en todas las esferas de la economía cubana y más recientemente negó la posibilidad de acceder a la compra de ventiladores pulmonares con varios de sus proveedores habituales porque fueron, estas dos empresas fabricantes de tales equipos médicos, adquiridos por una compañía estadounidense. Estos aparatos son elementos claves en la atención a las personas graves y críticas por la COVID-19.
Washington ha demostrado su incapacidad para evitar el avance de Cuba, en el acceso a los principales derechos de los seres humanos: Educación y Salud en igualdad de condiciones para sus ciudadanos y el gran esfuerzo del país para formar con urgencia, los maestros, médicos, especialistas de la Salud e investigadores necesarios, al llamado de Fidel.
Hoy, la marcada diferencia resulta aplastante si tenemos en cuenta la disposición del Estado cubano a colocar todos los recursos para detener la propagación del virus, frente a las vulnerabilidades expuestas en el sistema sanitario estadounidense, que pretende “frenar” la propagación del SARS-CoV-2 con la asunción contemplativa de más un cuarto de millón de muertes y millones de afectados por la enfermedad, en esa nación.
La reacción de la administración Trump –basada en el control de la gran prensa y la manipulación informativa (falsas noticias)–, ha sido lanzar toda la fuerza del Comando Ciberespacial para la agresión mediática en las plataformas que controlan el acceso a la internet contra la presencia de las decenas de brigadas de médicos cubanos que, incluso en naciones europeas, apoyan a los colapsados sistemas sanitarios. Destruir la Revolución cubana es un propósito que el señor Trump intenta realizar desesperadamente, aunque el mundo comienza a despertar en medio de la peor de sus pesadillas y advierte la esperanza de sobrevivencia en el ejemplo de una Isla, bajo un feroz bloqueo imperial, en el mar de las Antillas.