“Después será/ no es mi ciudad
Luego será/ no son mis hijos
Somos la misma humanidad
Todos frente al mismo acertijo”
B.F

Pensaba, después de escuchar al Grupo Buena Fe, con su reflexiva canción Valientes, en la cual se (nos) pregunta: “Qué estoy haciendo aquí/ amando a este país como a mí mismo. No, que va /No hay heroísmo /Vine a darle un beso al mundo y nada más…”, en las informaciones cargadas de dolor, esperanza y amor, que muestra la Televisión Cubana como si nos abriera con sus imágenes todas las ventanas del planeta.

La muerte de miles de seres humanos demuestra las vulnerabilidades de naciones donde los recursos sanitarios se escamotean a la mayoría, siempre víctimas de las decisiones de sus gobiernos para los cuales resultan simplemente cifras que pueden ser, incluso, omitidas para no hacer saltar las alarmas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que acusan directamente a los responsables de no hacer lo necesario y urgente por sus pueblos.

Como periodista he tenido la oportunidad de escuchar directamente los análisis del Consejo de Defensa Provincial de La Habana, y evoco las apremiantes jornadas de intenso trabajo después del tornado de enero de 2019, cuando no existía el peligro latente de estos días, pero que nos dejó experiencias de acción multifactorial entre los Grupos Temporales de Trabajo y el apoyo del Grupo Gubernamental, presidido por el Presidente de la República, en la búsqueda de soluciones inmediatas sin escatimar la presencia de recursos; a pesar de las limitaciones generadas por el bloqueo impuesto por diferentes administraciones estadounidenses contra nuestro país.

En el tránsito por las calles habaneras compruebo que las medidas individuales de protección son acatadas con el rigor que implica evitar extender las formas de transmisión del Covid-19. Incluso, la presencia de agentes policiales y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, se han convertido en un freno entre quienes persisten mantener el candongueo de alimentos y bisuterías, en cualquier lugar de la ciudad.

Desde el momento que el nuevo virus despertó las alarmas de la OMS, el género de ciencia ficción relacionado con obras referentes a la posible destrucción de millones de vidas por un brote de esta magnitud, ha dejado de ser una alusión lejana de futuro cada vez más predecibles, cuando todos compartimos, sin excepción, un planeta sin fronteras para este enemigo imperceptible y que ahora, de forma mundial, compartimos un hecho del cual coincidimos al declarar que nuestros verdaderos héroes no son aquellos dotados de superpoderes de filmes y comics…

Pienso que personajes como Spiderman o Superman, nada pudieron hacer por la enfermera Imaris Vera, del Hospital Northwestern Medicine Central DuPage de Winfield, en Chicago, quien ha tenido que dejar su trabajo por la falta de medidas de seguridad en la institución donde labora y su jefe le impide utilizar su propio material para protegerse.

Pienso en aquellos cuyos nombres ni siquiera son relevantes en historias que conmueven cada día, porque mantienen sus rostros ocultos por medios de protección especiales, mientras luchan por salvar vidas. Comparto la anécdota breve, escuchada en el Consejo de Defensa Provincial de La Habana, en la cual refiere la expresión de un cubano residente en Lombardía, Italia, afectado por el Covid-19. Aquel hombre cuando escuchó en su idioma natal la frase: “¡Mulato, esta vez escapaste por un tilín de la pelona!”, desde su lecho de enfermo se aferró al médico y gritó: “C……nes, llegaron los cubanos. Ahora sí, ¡no puede j…… ningún coronavirus!”

No recuerdo la expresión exacta, en el diálogo de referencia. Eso no importa. Esta la esencia, cada vez más visible, para el mundo. Ni siquiera desean que les llamen héroes, porque solo buscan la respuesta para erradicar la pandemia que nos acecha con sus lazos invisibles y dispuesta a extender una oquedad lúgubre por todo el mundo.