Sobre el mostrador de un establecimiento para la venta de alimentos, y de cuyo nombre no puedo acordarme, una pareja mostraba la jaba preñada de espejuelos que supongo fueron adquiridos y destinados con un esfuerzo del Estado para aquellas personas con problemas en la vista. Observé sin la curiosidad que me obliga, ahora, a repensar: ¿dónde los compraron que pueden venderlos en variedad y cantidad sospechosa?

Por supuesto, la pregunta surge después de comprobar que la disponibilidad de armaduras del tipo galeno, por ejemplo, no es tan abundante como unos meses atrás en las unidades que prestan ese imprescindible servicio en la capital.

Una vez más, algunos que parecen tener la “visión más larga (digamos extra de 20 x 20)” son capaces de irrumpir en medio de una situación crítica, como si se tratase de pescadores en río revuelto, justo cuando el cauce de las cosas que nos faltan –por cuestiones directamente relacionadas con el bloqueo impuesto por Estados Unidos- deben ser controladas de verdad, sin inflar números ni omitir cifras en tarjetas de estiba y almacenamiento.

Siempre que aprieta un poco el zapato, por las carencias materiales, habrá quien busque las formas de evadir la vigilancia sobre determinados recursos materiales, a través de los cuales puede obtener un dinero fácil.

La responsabilidad de los administrativos es determinante y fatal la complicidad de quienes hacen la vista gorda, mientras otros venden en establecimientos estatales, la vía pública, objetos de dudosa procedencia.