La verdad solo es irritable cuando se le pretende ocultar. Cada día somos testigos de nuestros esfuerzos para avanzar; sin embargo, apenas reparamos en la forma en que podemos convertirnos en lastre de cualquier sacrificio colectivo en función de enfrentar las serias limitaciones económicas provocadas por el bloqueo de Estados Unidos y reforzadas por la administración de Trump contra nuestro país.
Frisan los días del Aniversario 500 de La Habana, y aunque sea un pretexto para continuar la preservación de sus valores arquitectónicos, construir apegados a las regulaciones urbanísticas y generar conductas propias de los valores identitarios de la capital, un reloj imaginario retumba, en un descomunal conteo regresivo, entre los responsables acreditados a sus respectivas obras como dirigentes de empresas, instituciones y organismos; pero mucho tiempo se ha desperdiciado por cada ciudadano incapaz de motivarse para no dejar de avanzar en cada lugar de acuerdo con la exigencia de estos tiempos.
La cuestión de la recogida de desperdicios va más allá de las voluntades y los empeños del Gobierno de La Habana, con el apoyo sostenido de la dirección del Partido Provincial y el Grupo de Apoyo a la Ciudad de La Habana, desde el propio Consejo de Ministros. No obstante, debemos vernos por dentro y aportar de forma consecuente para no lanzar la basura doméstica por doquier, citando al Doctor Eusebio Leal Spengler: “Y no es posible que sea un rostro desatendido. Un rostro ultrajado por los que tiran una lata cuando van en su carro por la 5ta. Avenida, o los que se ponen a orinar en una esquina como si esto fuera el platanal del mítico Don Pío. No es posible”.
Recientemente vimos resurgir el Paseo del Boulevard de San Rafael, en Centro Habana, y también advertir el ocaso de las jardineras artísticamente diseñadas para acoplarse a bancos. En su interior el agua acumulada y desechos de todo tipo se convierten en caldo de vectores capaces de transmitir epidemias.
Recuerdo cuando los principales dirigentes del Partido y el Gobierno de la provincia calificaban de obra grande el nuevo residencial de apartamentos que permitiría alojar a 42 familias beneficiadas después del paso del tornado del pasado 27 de enero. También la vergüenza ajena ante quienes se complacen observar el derrotero de una obra que les alimenta las esperanzas, de tener una nueva vivienda y exigen lo que no han sido capaces de hacer siquiera para ayudar a construirlas.
No nos podemos cansar de educar, persuadir, instruir, utilizando todos los medios de comunicacion, la escuela,la familia...pero tambien hay que utilizar otras vias y es la de hacer cumplir la ley a traves de los inspectores con mano dura y que no se dejen sobornar, la policia que esta en la calle muchas veses los vemos pasivos, esto es una batalla de todos, no se puede permitir que las cosas lindas que se estan haciendo con tanto esfuerzo y que al pais le cuesta se acabe en poco tiempo,desgraciadamente en Cuba se han perdido muchos de estos valoresy hay que rescatarlos.