Foto: Francisco Blanco


La juventud a quien consagré en otros tiempos mis desvelos (…) son la dulce esperanza de la Patria.

Félix Varela

Sitio de encuentros y convergencias, La Habana Vieja es un espacio signado por el recuerdo de luchas y conspiraciones que precedieron las grandes batallas por la definitiva independencia de Cuba, en el mismísimo corazón de la capital de todos los cubanos. Andar sus calles, por estos días, reafirma la voluntad de una ciudad que se reconstruye sobre los cimientos de nuestra identidad y nos proyecta al futuro.

El otorgamiento de la celebración del acto provincial por el Día de la Rebeldía Nacional, nos lleva a recordar los desvelos libertarios de nuestro José Martí y la inspiración de sus ideas en el pensamiento revolucionario de Fidel, quien señaló su vínculo como autor intelectual de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el año del centenario del Apóstol, durante su alegato de defensa conocido por La Historia me absolverá.

Precisamente en la calle Mercaderes No. 157 entre Obrapía y Lamparilla, se produciría el asalto a la entonces Armería de Cuba S.A., como parte de un plan organizado por Marcelo Salado Lastra, del M-26-7, acción que formaba parte de otras a través de las cuales se pretendía ocupar las armas de otras armerías y las ubicadas en los cuerpos policiales de instituciones como el entonces Ministerio de Comercio y Hacienda, en apoyo a la huelga del 9 de abril de 1958.

Tanta historia puede observarse en sus calles edificios y en la voz de la salva que retumba y clama sobre la bahía, se extiende más allá de los antiguos muros y hace voltear la mirada para consultar los relojes como lo hacían otros habaneros, a las 6 de la mañana cuando se instauró el cañonazo y luego, para siempre, a las 9 de la noche.