
Hace unos días, durante un intercambio telefónico con un lector, este hizo referencia a una anécdota para ilustrar el término “profesional”. Decía que un trabajador de comunales realizaba su faena cuando otro le advirtió la urgencia de ir a un despacho con su directivo y sugirió: “¡Déjalo todo como está (se refería a la basura que recogía)!”, pero aquel se negó con una sentencia: “Cuando termine. Soy un profesional en mi labor”.
En realidad tal ejemplo puede ser cuestionado o aplaudido en correspondencia con la perspectiva de cada cual. En mi caso me voy por lo segundo porque defiendo el concepto como la entrega a la tarea y la necesidad de hacerla con el máximo de eficacia y eficiencia. No se trata de una diferenciación establecida por el nivel académico, sino por la calidad de los resultados del producto elaborado o el servicio.
Considero que la formación de un profesional exige, además de la vocación, la preparación y experiencia adquirida, respeto a sí mismo y los demás, especialmente disciplina, rigor en cuanto a la forma de actuar y constancia. No obstante, estas –entre otras cualidades– deben tenerse en cuenta la educación recibida, desde la cuna.
De este paradigma partirían muchas otras referencias que conforman nuestra cotidianidad para bien o en contra de lo esperado cuando nos tratan de forma indebida y en “correspondencia”, en algún momento, el error cometido por nosotros.

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Es curioso cómo en nuestro país se sigue pensando que los profesionales son solamente los graduados de nivel superior. Los universitarios y nadie más. Y sin embargo en el día a día chocamos constantemente con una inmensidad de ingenieros, licenciados, doctores y másters que no tienen nada de profesional, y con "soldados rasos" que son muchísimo más profesionales que cualquier egresado de una universidad. ¿Es que el profesionalismo se mide por los títulos? Porque hasta donde yo veo, ningún obrero es un aficionado. No comprendo cómo podría serlo cuando es el que mueve, literalmente hablando, los engranajes de la producción. Hoy por hoy en nuestra Cuba a la mayoría de los graduados "superiores" lo único que les interesa es un cargo con transporte asignado y un teléfono estatal para vivir como potentados, sin resolver ni una pata de cucaracha vieja (no sé para qué podría servir, es sólo un ejemplo), cobrando a veces el doble o el triple de lo que cobra alguien sin esos títulos, justificando el salario con arengas inútiles que en ninguno de sus subordinados despierta ningún sentido, ni de pertenencia, ni de laboriosidad, ni de nada, porque se les va la vida en el sudor que no les reporta ningún adelanto en sus vidas personales, familiares, ni en ninguna esfera. El día en que se deje de despreciar a los no universitarios será cuando se podrá hablar verdaderamente de profesionales. Al final de la historia, la mayoría de los "profesionales" del presente en lo único que lo son es en no hacer nada productivo por la sociedad. A lo mejor están en el camino correcto y yo (entre otros muchos) en el errado, y tal vez sea lo correcto estudiar para no trabajar, en lugar de trabajar para generar la riqueza del país y de la sociedad. Que quede claro que no estoy contraponiendo, ni proponiendo que se haga, el estudio y el trabajo. Claro, que si trabajar no da resultado porque no da ninguna riqueza... Entonces, ¿para qué queremos más profesionales? Con los que tenemos ya estamos resueltos. A fin de cuentas parece ser ése y no otro su papel: Arengar a los que producen para que sus ganancias crezcan aunque las del "de abajo" se paralicen o disminuyan. Ojalá esté yo equivocado, pero mientras más dure este estado de cosas aparente, más cerca está de convertirse en la realidad de los cubanos de a pie. Es sólo una opinión de alguien que no es "profesional".
Estimado "A XERE", como Usted dijo su opinión, quiero decir la mía: coincido en que la profesionalidad no se mide por el título universitario, sino por la calidad de su trabajo, sea cual sea, siempre que sea honrado. Pero, tengo una visión diferente a la suya cuando generaliza de que todos los universitarios lo único que piensan en un cargo con carro y móvil y no resolver nada. Me parece una visión bastante estrecha, no sé con los universitarios que Usted se relaciona, pero yo conozco muchos, que no tienen ni carro ni móvil estatal y les gusta la especialidad que estudiaron y se dedican a su trabajo. Que no se les paga lo que debieran, es cierto, pero de ahí a la valoración negativa y general que Usted hace de todos los universitarios, hay un gran trecho. Repito, todo depende del punto de vista de cada cual. Yo firmo mi comentario con mi nombre, Usted decide llamarse así mismo Axere. Cada uno ve la vida de acuerdo a su punto de vista.