Una anciana acudió al médico porque precisaba de la consulta clínica. El galeno, un joven, después de atenderla, extendió la receta cuidadosamente doblada. “Ábrala con cuidado”, advirtió.
Por supuesto, no es costumbre (al menos en Cuba) recibir una receta doblada y con esta singular prescripción verbal. “¿Sucede algo doctor…?”, preguntó.
La respuesta fue una sonrisa y el misterio develado de inmediato: dentro de la receta había un billete de veinte pesos. “¿Por qué lo hizo doctor?”, inquirió la paciente. “Es para que compre las medicinas”, subrayó.
No se trata de imitar a quien, en este caso, decidió hacer esa pequeña contribución desde su bolsillo. No podría hacerlo con todos los pacientes, aunque quisiera; pero estoy seguro de que fueron otros los resortes que le motivaron.
Vivimos tiempos difíciles; una época en la que, parodiando a García Márquez, podemos mostrar el amor como la condición humana indispensable para enfrentar los más grandes retos.