Uno de los requerimientos que más escuché durante la etapa de recuperación –horas después del tornado del pasado 27 de enero–, fue la exigente actitud de las autoridades de la provincia para que las industrias afectadas por el meteoro estuvieran listas cuando en derredor todo un hormigueo de trabajo, con el apoyo de estos colectivos laborales, se volcaba en la solución de los daños parciales y totales sobre las viviendas de los residentes en Guanabacoa, Regla, Cerro y Diez de Octubre, fundamentalmente.
Subrayo el ejemplo alentador de la Industria Cubana de Acero, ubicada en la periferia del municipio de Diez de Octubre, donde se realiza todo tipo de estructuras mecánicas, pailería y soldadura, transformado y maquinado del acero con una línea de de producción variada donde ya logran borrar las huellas provocadas por el meteoro.
Retengo la imagen de aquellos trabajadores en plena faena reconstructiva sobre aquellas estructuras de acero retorcidas por la furia del fenómeno atmosférico, colocando los techos y las cercas perimetrales, devolviendo el orden, la organización y la disciplina.
Pienso en estas cuestiones que llenan la agenda inconclusa de un reportero alentado por las decisiones oportunas y eficaces tomadas en el Consejo de Defensa Provincial, en contraste con el laberíntico entramado de situaciones creadas por la burocracia y la apatía que, a veces, enfrentamos para resolver un problema de cuya solución, en manos de otros, depende la continuidad de un proceso de producción o servicios. Me observo con el poroso tanque del viejo auto Lada de trabajo, caminando dos kilómetros en busca de una respuesta, porque no soy Diógenes.