“ No hay más que una historia: La historia del hombre. Todas las historias nacionales no son más que capítulos de la mayor”.
Rabindranath Tagore
Pensaba en un regalo para mi hijo y recordé que prefería las cosas sencillas y casi pasar inadvertido, porque siempre me ofrece algo intangible pero tan lleno de amor perdurable como su ejemplo.
Lo descubrí convertido en hombre un día en el cual le reclamaba la posibilidad de verle descansar, al menos un domingo, y la respuesta resultó inesperada: “No me exijas lo que me enseñaste”.
Conversaba con su hermana acerca de cuál sería lo mejor para obsequiarle, mientras le miraba el vientre de gestante marcado por los movimientos de mi tercera nieta. Entró a su cuarto y regresó con una bolsa llena de ropitas para bebés recién nacidos. “Quiero que lleves estas ropitas para la donación. Yo escuché al secretario del Partido en La Habana, hablar en una reunión con todos los ministros y en presencia del Presidente Díaz-Canel. Me impresionaron sus palabras porque decía la verdad con energía, se expresaba convencido de las urgencias para estos momentos. Vi los reportes del hospital materno de Diez de Octubre y comprendí que convocaba a la solidaridad hacia las personas afectadas”.
Cada día cientos de jóvenes estiban los pesados fardos de recursos materiales y participan en las tareas de reconstrucción de los municipios más afectados por el tornado. Nuevamente las palabras conforman lo aprendido, pero me desbordan. Es porque siento orgullo de la nación que forjamos y nos identifica, donde solemos hacernos regalos como este, y en mi caso, el poder descubrir en el rostro de una nueva cubana, sonriente y curiosa una nueva razón para Votar por el Sí, el 24 de febrero.