Foto: Tomada de Granma

La Revolución y la Policía Nacional Revolucionaria y la Revolución (PNR) van de la mano. Aquella, la raíces y el tronco, cumple y celebra el cumpleaños el primer día de cada y apenas cuatro días después, el 5, lo hace la más pura y justa de todas las instituciones policiales de todo el planeta.

A solo unas horas de que el pueblo de las Mayor de las Antillas tomara, por primera vez y definitivamente, las riendas, en la conducción de los destinos de la Isla, nace también la PNR.

Y no podía ser de otro modo. Ciertamente si los humildes en lo adelante serían quienes iban a decir la última palabra, había que acabar con la policía despótica, corrupta y abusadora que los reprimía para someterlos y defender los intereses de los políticos y la burguesía.

El cinco de enero de 1959 marca la fecha fundacional. Ese día arribó a la capital cubana la Columna seis del triunfante Ejército Rebelde, denominada Juan Manuel Ameijeiras, al mando de su hermano, el Comandante Efigenio, quien tomó la jefatura de la Policía Nacional en las calles Cuba y Chacón, antiguo castillo que sirvió de sede a ese cuerpo represivo de la dictadura de Fulgencio Batista.

Desde entonces sus integrantes han tejido un hermoso historial en defensa de los intereses de sus compatriotas y la soberanía nacional, como órgano del Ministerio del Interior fundado por el Comandante en Jefe Fidel Castro.

Nuestros agentes del orden son el pueblo mismo, no solo porque provienen de su seno, también porque trabajan en bien de la comunidad, colaboran estrechamente en pos de este propósito, y ni le está permitido ni se dan el lujo de olvidar sus propias raíces. En la defensa de la patria, la lucha contra el delito y la preservación de la tranquilidad ciudadana está la esencia del quehacer de nuestra PNR.

Volverá a ser este año que comienza una etapa de grandes retos y tamaños objetivos, pero hay en los integrantes de la Policía Nacional Revolucionaria preparación y voluntad suficientes para enfrentar todas las amenazas y propósitos, y salir airosos. ¡De ello, que a nadie le quepa duda!

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