
En estos tiempos de escaseces y retos mayúsculos, a los trabajadores de Aguas de La Habana (AH), les ha tocado estar, casi a diario, en la primera línea. Son héroes, dicho así sin muchos rodeos. Se sabe: En medio de la compleja situación que vive la Isla, hacer llegar el líquido a decenas de miles hogares, se ha tornado espinosamente difícil, sin embargo, ellos se entregan, empeñan, trabajan sin reparos ni interrupciones, y lo hacen con tanta naturalidad, tan entregado, a de lleno a lo suyo, asumido como algo tan normal, que no se percatan la estatura que llegan a alcanzar, las más de las veces.
En horas de la tarde del pasado miércoles 4, el servicio de agua hacia La Habana Vieja, Centro Habana, Diez de Octubre, Plaza de la Revolución, Cerro y parte de Boyeros, se vio seriamente afectado, como consecuencia de una seria avería en el conducto principal de 78 pulgadas y otras dos más en las tuberías de 1000 mm, de polietileno de alta densidad (PAD).
Cuando AH hizo el anuncio de los daños, dada la magnitud del asunto, calculé cinco o seis de trabajo, al ritmo de 24 por 24, que se habían impuesto. Sin embargo, apenas se tomaron 48 horas, y ya hoy (viernes 6) volvió a irrumpir el agua en las cisternas de los edificios del barrio (Aldabó, Boyeros).
Medio día sin agua es fastidioso; 24 horas es tormentoso; más de dos jornadas, además de insoportable, injusto, aunque a veces, por más que no se quiera, también resulta inevitable debido a los problemas para adquirir equipos de bombeo, piezas de repuesto y combustibles por citar algunos de los problemas generados por el bloqueo que nos mantiene el gobierno de los Estados Unidos. Y tal vez por eso, a la inversa de lo que acuña el refrán, a veces el bosque (a veces de tan enmarañado y molesto) nos impide ver los árboles; o sea lo alcanzado a fuerza de voluntad y sacrificios del pueblo y del Estado.
Y sí, en ocasiones el enojo nos hace emprenderla con aquellos (directivos y trabajadores) que no tienen culpas, y nos impide aquilatar, en justa medida, a quienes, a pesar de ser como uno (con esposa, hijos, nietos o una madre anciana, que aguarda en casa), no miden esfuerzo ni tiempo, y planta porfía a Cronos, para que, tras una rotura y paro, de envergaduras, el agua experimente pronto regreso.
“Les toca”, dirán algunos. Y pueda que sea cierto de entenderlo a lo cubano, cubano, porque en otras geografías funciona la fórmula de la zanahoria o el riesgo de despido, en tanto aquí, los de AH y los de otros muchos sectores, lo hacen por solidaridad, vocación de servicio, amor al prójimo, y porque en ese barrio afectado vive mi mamá, la prima, un amigo os sencillamente un compatriota en apuros.
No estoy tratando de justificar nada ni a nadie, a mí también, en ocasiones me falta el agua y me molesta cuando no la tengo, pero es menester sacar cuentas, sacarlas objetivamente, y dar a cada cual lo que le toca. En realidad, Cuba es un país de héroes, sobre todo de la cotidianidad, sin embargo, a cada rato los desafíos obligan, a estos o aquellos, exigirse el extra. Y ahora mismo, aquí en la “poma (ciudad)”, el rol estelar toca al “team” de AH.
Por ahí andan en este preciso instante, en medio de la zanja de cualquier barriada capitalina, sudando la camisa y regalando soluciones y sosiego (para que no falte la “bendita” agua).
Ver además:

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La atención de este valioso recurso vital para la población a recibido a lo largo de varios años el beneficio del financiamiento en moneda dura de programas colaboracion de países amigos, la pregunta es donde están ahora que se necesitan.
Lo que más molesta es ver los salideros de agua potable en diferentes lugares