Foto: Roberto Morejón

Las modas son caprichosas, van y vienen con el tiempo, pero el Olimpo de los atletas permanece inalterable, perpetuo, esculpido contra el paso del tiempo. Estar en unos Juegos Olímpicos es un sueño dorado para cualquiera, incluso para aquellos que no son atletas, no importa si se trata de un entrenador, un voluntario, o miembro de la prensa, el simple hecho de tomar parte en una de esas competencias se convierte en una experiencia inolvidable.

Tokio 2020 ya se ganó, por derecho propio, un sitial especial en el contexto olímpico, al ser la primera de esas citas que es pospuesta todo un año. A ello se suma el espíritu de hermandad que se puede observar en cada una de las competencias transmitidas.

Pero incluso, el espíritu de los juegos se puede ver en las vestimentas, tatuajes, y hasta en el pelado, tal como lo demuestra esta gráfica del fotógrafo cubano Roberto Morejón. Se trata de una de esas instantáneas que no se pueden pasar por alto, de las que se te mete en el lente, y de pronto, sin saberlo, estás apretando el obturador.

¿Quién es el dueño de este colorido pelado, que no solo muestra los aros olímpicos, sino sus típicos colores?

Eso no puedo decirlo en estos momentos, lo ignoro, solo que se trata de un hombre, miembro de la delegación de Mongolia. ¿El lugar donde fue captada la imagen? En la competencia de tiro, en la disputa de la pistola de aire a 10 metros, cuando el “modelo” se encontraba sentado en las gradas.

Nada, que los Juegos Olímpicos son un espectáculo que va más allá de la belleza de las instalaciones, el sacrificio de los atletas, y las medallas ganadas o dejadas de ganar. Estas citas son un canto a la vida, a la amistad, a la esperanza, de ahí que se aplauda por igual, tanto a quienes suban al podio, como a esos otros atletas que quedan en el camino. Todos ellos, por siempre, llevarán los cinco aros más que trenzados en el pelo, o tatuados en la piel, inscritos con letras doradas, en sus memorias.

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