Foto: Oilda Mon

En nuestro país, como en muchas partes del mundo, se celebra cada segundo domingo de mayo el día de las madres. Este año, como el anterior, muchas madres no tendrán el privilegio de festejar junto a sus hijos. La distancia, los compromisos de trabajo, pero, sobre todo, la actual situación epidemiológica en la capital, obliga a mantener distancia y evitar reuniones familiares, como medida de protección para con los nuestros.

La alegría de cada madre, de cada mujer que se sienta madre, consiste en ver y saber a sus hijos sanos y vivos; también es el sentimiento de aquellos hijos que quizás no pueden disfrutar a quien les dio el privilegio de nacer, pero que la saben sanas, seguras y fuertes, cumpliendo con el deber de salvar una vida en centros de Salud cubanos o en cualquier parte del mundo.

En estos momentos de duro bregar y de caminos tortuosos, el mayor regalo que podemos darle a esas que arriesgan su salud por salvar a otros y a ellas mismas, es cumplir con las medidas higiénico-sanitarias. Un pequeño gesto de sensibilidad y responsabilidad, un gesto de amor a las madres, todas.

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