Las malas personas son individuos
extremadamente fiables, pues no cabe
esperar de ellos que cejen en su maldad.
Anónimo
Tenemos la costumbre a lo largo de nuestra vida, de traer el pasado a convivir con el presente.
Cuando recordamos a personas que nos amaron e hicieron nuestro mundo más bonito el placer es enorme. Nos regocijamos en lo afortunado que hemos sido. Incluso, descubrimos que nuestra existencia ha transcurrido la mayor parte del tiempo, rodeada de buenas personas.
Entonces por qué repasar una y otra vez, ese pasado al que pertenece una persona que nos provocó dolor. Hay que desprenderla de la memoria y asumir que la dejamos atrás porque nos provocaba más lágrimas que alegrías. Es cierto que resulta triste llegar a amar a quien idealizamos y que al final no encaja en nuestra vida, pero para la paz emocional, es imprescindible su anulación en la memoria.
No merece nuestro pensamiento quien puso su bienestar, sus intereses y su yo por encima de nuestros sentimientos. Deseche y aprenda a multiplicar por cero a quien usó una máscara, pero que al fin, se reveló tal cual es.
Los especialistas afirman que el recuerdo sin rencores nos permite vivir mejor el presente y que la mirada al ayer que no se llena de lágrimas y pesares es permitirse ser feliz de nuevo. Entonces, perdone, sólo así se liberará de esa carga negativa.
Recuerde que el perdón es el descanso del alma para vivir un presente libre. Confíe en la justicia divina.