La Patria, como la identidad, no es un decreto. Es un sentimiento que nace y se mantiene vivo cuando hombres y mujeres la entienden, la respetan y están dispuestos a salvarla bajo cualquier circunstancia.
De eso se trata la Patria. A mí me resulta un concepto que nadie puede definir a derechas, en tanto suma de millones de partículas creadoras, una suma infinita donde caben Música, Literatura, Geografía, Historia, Arquitectura, modos de actuar y expresarse e incluso hasta de piropear. No excluye nada y revela inigualablemente el espíritu de una nación.

Patria y Cultura nacional no podían nacer en los extremos, sino abrazadas al centro de la batalla por la independencia, alumbrando una el camino de la otra desde que el 20 de octubre de 1868, Perucho Figueredo, ya en plena campaña redentora, escribiera para los bayameses el más alto símbolo de la cubanía: el Himno Nacional, síntesis de todos los cantares de gesta, poemas, versos, canciones, obras plásticas, novelas, dramas, documentos políticos… hechos y por hacer.

Pese a todo, cerró puertas el siglo XIX con el amargo sabor de una Patria incompleta y mutilada. Sin embargo, como era de esperar, siguió creciendo la Cultura, el sentido de identidad, aun en medio de traiciones e intervenciones, hasta llegar a la meta redentora, en el luminoso enero de 1959.

Entonces, ya al fin el himno de Perucho y de todos los cubanos, sonó auténtico y la bandera tricolor de solitaria estrella flameó libre, con el rostro múltiple de la Cultura reflejado en ella. 

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Hermosas palabras Elías, así es... esa es la Cultura y así como tus palabras tan hermosas y transparentes somos los cubanos