Al cubano le pinta y se pinta como un ser solidario. Eso está demostrado. Somos –y nos enorgullecemos de ello– dadivosos, hospitalarios, exageradamente expresivos, afables y comunicativos. Y todo mezcla´o, como diría el Poeta. Visto así, nada mejor que un cubano, cuando quieras pasarla de maravillas o en singular armonía. Pero, ¿qué sucede cuando transgredimos los límites y el júbilo deviene algarabía, la familiaridad en atrevimiento y la solidaridad resulta abofeteada por un “lo mío primero”?
Estaremos poniendo en tela de juicio todos esos buenos atributos que nos distinguen y que hacen de nosotros personas queridas y admiradas en todo el planeta, a quienes difícilmente se les cierra una puerta. Lamentablemente, de un tiempo a esta parte, cada vez con más frecuencia, dejamos ver, lo mismo en una parada de ómnibus que en el cine o un museo, ese lado oscuro que raya con la indisciplina y la indiferencia.
Hablo de la gritería, la música a deshora por encima de los decibeles soportables para el oído humano, la guapería –barata o cara– pero injustificada y abusadora, el tormentoso ladrido de un perro que interrumpe el sueño cuando más lo necesitamos, el pregonar madrugador o en el momento del noticiario o la novela de turno… Digamos sencillamente, manifestaciones de desconsideración, irrespeto, falta de sensibilidad y egoísmo, que estamos llamados a combatir entre todos, con energía.

Todo o casi todo es posible, pero digamos que… si tiene ganas de gritar o liberar energías, váyase a una instalación deportiva o eche mano a un pico, abra un hueco y siembre un árbol. Si quiere escuchar música alta, ármese con unos audífonos. Le gustan los perros ladradores, múdese a una finca. Pretende organizar una fiesta, y que todo el mundo se entere, ajústese a las regulaciones. Le gusta fajarse, practique boxeo, encima de un ring…
Tomar providencias y no molestar a los semejantes. De eso se trata. Respetar, respetar y respetar, es ese el ingrediente principal para una convivencia feliz. Ponerse en el pellejo ajeno tonifica el alma y ayuda a mejorar el día propio y el de los demás. Humanos, al fin y al cabo, nos toca vivir una vida humana a lo humano, cotidianamente.

![[impreso]](/file/ultimo/ultimaedicion.jpg?1762218959)
Es breve tu comentario pero certero, y pregunto, si tantas veces, tantas personas han hablado sobre este problema, que de veras afecta la salud mental y completa de las personas, por qué las autoridades que tienen que cuidar el orden no lo hacen, ya se ha vuelto endémica la indisciplina social, la chusmería, el tener que soportar lo que a otro le place pero a uno no, hasta cuándo será esto...