De cualquier manera, el 14 solo sirve de pretexto a las ansias de los enamorados. Hermosa y lícita excusa que involucra a todos. El amor no tiene edad, tampoco tamaño, ni raza, y mucho  menos cree en razones. E incluso, no es exclusivo de la especie humana. ¡Sublime manera de perpetuar la vida, a gusto. Sin pan se vive; en cambio, el alma seca con el desamor.

Puro e insobornable como la brisa misma, tanto, que nadie es lo suficientemente rico para seducirle. El dinero compra alma, mas no atrapa corazones. Pasión, cabeza, espiritualidad. Sana y hasta imprescindible manera de embriagarse. ¡Motor del universo!

Tarea imposible tratar de definirlo y ser exacto. Demasiado íntimo para desnudarlo en público; demasiado bello para marchitarlo con conceptualizaciones. El amor no se dice, se hace. A amar solo se aprende amando.

Y aun así, también del amor habló Martí. Y de los elegidos al fin y al cabo, lo hizo con el verbo exacto, como solo pueden lograrlos hombres osados, de talento grande que asimismo han sabido amar en grande.

“¡Amor es que dos espíritus se conozcan, acaricien, confundan, se ayuden a levantarse de la tierra, se eleven de ella en un solo y único ser; -nace en dos con el regocijo de mirarse; -alienta con la necesidad de verse. –Concluye con la imposibilidad de desunirse! –No es torrente, es arroyo; no es hoguera, es llama; no es ímpetu, es paz”.

“Te quiero con pasión de locos”. Me confesó un amigo que le dijo a una mujer que lo estremece hasta la raíz. Me hizo confidente de su pasión estremecedora: “Tanto que sería capaz de hacer por ella los mismos sacrificios que haría por mis hijos y mi madre”.

Créanle. Lo conozco y sé que dice la verdad. Yo le entiendo y hasta lo justifico. Solo el amor hace lícito tamaño ofrecimiento.

Entonces pues: ¡Qué el amor sea la moda!