Foto: Oilda Mon

Como el canto de las golondrinas, que tras meses de ausencia retornan a alegrarnos la vida, el chirrido profundo de las ruedas de hierro sobre el asfalto ha vuelto a apoderarse de la ciudad. Esa mezcla de ejes sin engrasar y el tintineo de hierros entre chocando a cualquier hora del día o la noche, más que una molestia, es el aviso de que por fin, el llamado gas de balita, ya se está comercializando en Cuba.

Por estos días, ese inconfundible aviso sonoro que provocan los carritos fabricados para el traslado de las balitas de gas, es la mejor de las noticias, un canto que se extiende desde bien temprano en la mañana, hasta altas horas de la noche. Un crujido que anuncia, sin palabras, el esfuerzo que realizan los trabajadores del gas, desde quienes lo envasan, pasando por quienes lo distribuyen, hasta quienes lo comercializan, incluso a altas horas de la noche.

Son tiempos de héroes anónimos, de personas que apenas duermen para satisfacer las necesidades del pueblo, y donde los delegados están presentes para ayudar en el control de las colas, facilitando todo fluya de la mejor forma posible. Son tiempos, sin dudas, de esperanzas, donde la información oportuna y veraz es más necesaria que nunca, De ahí la importancia de mantenernos atentos, por las redes oficiales, de cómo marcha la distribución del gas, a quienes toca su compra en cada momento, y su distribución por municipios y puntos de venta.

Foto: Oilda Mon

A no dudar, en La Habana, como en toda Cuba, se respira un tantico más tranquilo sabiendo que el gas licuado ya se comercializa, y que aun cuando los molestos apagones no van a desaparecer de la noche a la mañana, muchos tendremos a mano una alternativa para poder elaborar los alimentos, y algo más.

Y si bien el crujir de las ruedas sin engrasar, y del tintinear de las balitas de gas puede que despierte a alguien, lo cierto es que ese sonido, en estos tiempos, es un aviso que las aguas (la comercialización del gas), va tomando su nivel. Se trata de un canto diferente, añorado, aplaudido, y que me lleva a afirmar, como en la canción, que "los ejes de mi carreta (carrito para el gas) nunca los voy a engrasar".