
Como parte de las medidas de ahorro energético en el país, desde hace algún tiempo es obligatorio en instituciones del Estado apagar equipos electrodomésticos varias horas durante la jornada laboral. Centros de trabajo que lo mismo son fábricas, oficinas, ministerios, escuelas, restaurantes, museos, bancos y más, y que son clave en la producción y servicios y, por ende, en el desarrollo del país.
Y digo equipos electrodomésticos porque se incluyen aires acondicionados, ventiladores, televisores, microondas o cocinas eléctricas según sea el caso. Bien por el Estado y su política de austeridad y ejemplo.
Pero ¿y el sector privado del país hace lo mismo? El Estado no les obliga a cumplir con la obligatoriedad de apagar todo durante varias horas al día, bien, pero tampoco noto que exista conciencia del tema en cuestión.
Inaudito -para mí, obviamente- que recaigan sobre la gran mayoría de los trabajadores en Cuba medidas energéticas drásticas que impidan brindar servicios a la también gran mayoría de la población, mientras un sector estadísticamente inferior y con menos incidencia en los servicios a la gran mayoría, no toma también medidas de ahorro energético.
¿Es correcto no exigirles lo mismo a cafeterías y restaurantes privados abiertos en esos horarios con aire acondicionado? ¿Son acaso diferentes en concepto de servicios a un banco, una escuela o una oficina de contabilidad que tiene que cerrar las nóminas de fin de mes de sus aproximadamente 1500 trabajadores (por ejemplo) y no pueden imprimir en esos horarios, ralentizando así un complejo proceso?
En tiempos de tanta apuesta por hacer repuntar la industria turística en el país, ¿se tiene conciencia de cuántos visitantes dejan de ir a un museo e incluso a un sitio estatal a tomarse un agua por la incomodidad de que ni los ventiladores o música pueden ponerse? Prefieren irse a los sitios privados donde hay aire acondicionado y mejores condiciones en esos horarios. ¿Eso es ser competitivo?
Hace poco un amigo profesor del ISA (Universidad de las Artes) me explicaba que durante sus clases, comprendidas en ese fatídico horario de 11 a.m. a 2 p.m., debía apagarse todo en el aula: nada de equipos de audio ni televisores (necesarios para las audiciones o visionajes) ni ventiladores, e incluso quien no lo hiciera se exponía a elevadas multas. Mientras ocurre eso con nuestros maestros y alumnos, música y videos se escuchan y ven en sitios privados en esos mismos horarios.
Claro, es obvio que las dependencias del Estado son cuantitativamente superiores a las privadas, y que el consumo claramente es mayor. Pero también opino que una cuestión es limitar el uso de aires acondicionados, los cuales apagarlos en esos horarios ayuda a disminuir el consumo (muy de acuerdo) y otra cuestión es limitar todo equipo: no creo que haya que llegar a tal punto.
Una sola parte del país no debe ver frenada su actividad productiva y sus dinámicas (reitero: notarías, oficodas, oficinas de contabilidad, ministerios y más), provocando además la desmotivación de miles de trabajadores, solo por el hecho de no poder encender ni siquiera una impresora.
A Cuba debemos quererla, cuidarla y ayudarla, pero todos en igualdad de condiciones, y si hemos de apretarnos el cinturón pues que sea equilibrado para enfrentar juntos estos tiempos difíciles y lograr salir adelante.
Y que quede claro: no es este un comentario en contra de la gestión privada ni de ataques a sus trabajadores o gestores. Es simplemente una opinión en cuanto a la balanza y el equilibrio.
(Tomado del perfil de Facebook de Oni Acosta Llerena)
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