
Han pasado seis años desde aquel 25 de noviembre de 2016, cuando en desigual combate contra la muerte, el hombre de mil batallas, ese que era leyenda viva, capaz de aparecer en cualquier lugar, a cualquier hora, y saber de todo, o casi todo, dejó de respirar.
Eran las 10:29 de la noche. La noticia tomó por sorpresas a todos, el estadista, el hombre al que muchos —sin siquiera haberlo visto en persona— consideraban como un padre, un amigo, un hermano, dejaba a un lado su andar por la tierra, para convertirse en parte activa de ella.
Bastó un instante, un simple descuido, para que la parca propinara la estocada mortal con que se apoderó del más martiano de los cubanos, pero ello no significó que se llevara consigo su alma, sus enseñanzas, su obra toda.
Hace seis años de su partida. Pudiera decirse es apenas una mota de tiempo en las edades del universo, pero
toda una eternidad para quienes aprendimos a quererle, a saberle siempre presente, promotor de cuanta victoria, en el ámbito deportivo, político y social se alcanzaba. Ahora, como en aquel momento, tal como dijera Raúl Torres “Vuelven las heridas que no sanan/ De los hombres y mujeres que no te dejaremos ir...”
esos que te llevamos en el corazón, y que gritan, sin pretensión de grandeza, yo soy Fidel, Pasarán los años, y en lo profundo del alma tu alma seguirá cabalgando, porque sabiéndote eterno presente, porque “Ni la muerte cree que se apoderó de ti”, porque “aprendimos a saberte eterno”.
Pasarán los años, y en el pecho de quienes te hicieron su amigo, su hermano, su padre, seguirá escuchándose el cantar del Raúl Torres, porque igual que él, somos millones los que gritamos, “No quiero decirte Comandante/ Ni barbudo ni gigante/ Todo lo que sé de ti./ Hoy quiero gritarte padre mío/ No te
sueltes de mi mano/ Aún no se andar bien sin ti”.
Pese a ello, seguimos andando. Él está ahí, al lado de cada uno de sus hijos, de esos que ponen a un lado el miedo y se hacen visibles en desigual combate contra las adversidades, en desafío a la muerte. Él
está en el adn mismo de quienes acudieron a toda prisa, al rescate de los atrapados en la explosión del hotel Saratoga.
Está en los que lucharon contra las llamas en la base de supertanqueros, en Matanzas; en el adn mismo de esos valientes que durante meses, en plena zona roja, combatieron la covid; en los científicos sin descanso en busca de una vacuna; en los médicos, los panaderos, los obreros... en ese pueblo trabajador
que se enfrenta a carencias de todo tipo, y que a pesar de ello, sigue soñando con el eterno sueño de Fidel de que un mundo mejor es posible.
Han pasado seis años. Apenas una mota en la edad de la humanidad, y aún, no sabemos andar bien sin Fidel. Sin embargo, seguimos sembrando los sueños que nos regaló.
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Bravo amigo, no sabemos andar sin Fidel, convencia con la palabra oportuna y los hechos practicos, ni en el periodo especial que condujo tan magistralmente, ha sido tan dificil y con tan injusticia social, un total divorcio entre el discurso y la realidad diaria que vive el cubano de a pie.
Por qué no dejan permanente el artículo "Oído en la cale" por que parece que los oídos siguen con sordera aguda y quizá ceguera!
Nuestro querido Fidel!!!!!!!!!!Tu palabra orientadora, tu visión de presente y futuro. Tu ejeplo. Qué falta nos haces en estos momentos de duras pruebas! Gloria eterna!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!