Foto: Oscar Alvarez Delgado

Su ejemplo me estremeció. La pertinaz lluvia que este jueves caía sobre la ciudad parecía no afertarle. Él estaba de pie, al borde mismo de la acera, con su uniforme azul intenso y apenas una gorra como medio protector.

La mayoría de quienes esperaban en la parada la llega de algún ómnibus, buscaban refugio bajo los aleros, o se cubrían con sombrillas, pero él permanecía inmutable, al borde de la acera, como si el agua no le hicese daño.

Se le podía ver, en silencio, hacer su trabajo. Parar un ómnibus, preguntarle al chofer de un transporte ligero hacia dónde se dirigía, montar pasajeros, en fin aliviar la parada, es fundamental en estos tiempos convulsos en que vivimos, donde transportarnos suele ser un dilema.

Su rostro no aparece en esta foto y es por un buen motivo, esta no debería ser la excepción de la regla, sino lo común. Y no me refiero a estar bajo la lluvia, a pie firme, como este hombre, sino a trabajar a conciencia, sin importar si se es chofer, médico, agricultor, electricista, constructor, directivo, o se desempeña en cualquier otra ocupación.

Hacer lo que nos toca a cada uno de forma individual traerá como resultado una mejora en la calidad de vida, no de uno, sino de todos.

Vea también:

Licitarán arrendamiento de locales de gastronomía y comercio