
“Todas las voces, todas", parecieron darse cita este 13 de mayo al pie del habanero Hotel Saratoga. Incluso, los corazones de quienes, por las más diversas razones no pudieron acudir a la vigilia de este viernes frente a la emblemática instalación hotelera, daban la impresión que estaban allí, brindándoles luz a las almas de los fallecidos tras la explosión ocurrida el 6 de mayo.
En el silencio respetuoso con que las personas desfilaron ante las imágenes de los fallecidos, se podía sentir el pesar de todo un pueblo, el clamor porque las almas de esos seres pudiesen continuar su viaje hacia esa dimensión desconocida, donde todos, en algún momento, habremos de viajar. Solo que el viaje de esas 46 personas llegó de improviso, sacudiendo no solo los cimientos del Saratoga, y de varias edificaciones en sus proximidades, sino el pecho de millones de personas, dentro y fuera de la Isla.
Este 13 de mayo, más de un rostro se llenó de lágrimas, más de una persona debió tomarse un segundo antes de dejarles partir, no importaba si eran conocidos o no, el dolor llegaba a todos los presentes, haciendo que muchos apenas pudieran hablar. Tras una semana de ocurrida la explosión había llegado el momento del adiós, un adiós donde no estuvieron solos los familiares y amigos de los fallecidos.
A su lado, toda Cuba encendía una luz, las principales autoridades del Partido y el Gobierno, esas que desde el momento mismo del accidente han estado al tanto de cada acción, estaban allí, como mismo lo estaban jóvenes que fueron capaces de extender su brazo para, sin que nadie se lo pidiera, donar su sangre.
Y también se hicieron presentes quienes, durante interminables jornadas, buscaron a los desaparecidos en el trágico accidente, personas que entraron en medio de la nube de polvo a rescatar a los sobrevivientes, que pusieron a buen resguardo a los niños de la escuela aledaña al hotel, las que asistieron a los primeros heridos, personas que continuaron, durante días, en la búsqueda incesante de los desaparecidos.
Momento donde Cuba se unió, aún desde la distancia, y donde se pudo percibir, como dijese Mercedes Sosa en su emblemática Canción con todos, como si “Todas las voces, todas/ todas las manos, todas/ toda la sangre puede/ ser canción en el viento”. Fue como si allí, se cumpliera el llamado de la cantautora, cuando dijo “Canta conmigo, canta/ hermano americano/ libera tu esperanza/ con un grito en la voz”, un grito silencioso y respetuoso, surgido del dolor de un pueblo que acaba de despedir a los 46 fallecidos en la explosión del Saratoga.







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