Durante varias semanas, Iliana Ortega Chávez, jefa de información de Radio Ciudad de La Habana, debió permanecer alejada de su querida emisora. El motivo de ese distanciamiento se dio cuando su hijo Jorge Carlos Núñez Ortega, de 16 años, dio positivo a la COVID-19. Esa noticia cambió su vida por completo.
Iliana recuerda que acudió un viernes a su consultorio médico porque Jorge Carlo tenía pérdida del olfato, y allí le indicaron acudir a la consulta de Insuficiencia Respiratoria Aguda (IRA) del Policlínico Luis Galván, del municipio de Centro Habana. La responsabilidad de las compañeras que le realizaron el test de antígeno es algo que no puede olvidar, como tampoco olvida el instante cuando le dijeron que el test de su hijo había dado positivo.

A pesar que esos test tienen un 90 % de efectividad, ella guardaba la esperanza que el PCR confirmatorio, que debían realizarle en el centro de aislamiento, diera negativo. Pasaron varias horas hasta que, finalmente en la noche, les trasladaron hacia el Centro de Aislamiento ubicado en el Hospital Leonor Pérez.
A su llegada, un pediatra y demás miembros de su equipo les atendieron, realizaron una serie de estudios y análisis, y en horas de la madrugada realizaron el PCR. El domingo llegó la noticia tan temida y que cambió la vida de madre e hijo, Jorge Carlos era positivo a la COVID-19.
De pronto todo era diferente. Ya no era la reportera que durante casi un año realizó trabajos sobre la COVID-19, y descubrió que pese a lo que conocía sobre esa enfermedad, no estaba preparada para ese impacto. En un instante se desvanecieron sus esperanzas de que su hijo en realidad lo que tuviese fuera un catarro o cualquier otra cosa. Ya en horas de la tarde-noche fueron trasladados para el Hospital Frank País.
Atrás quedaba el personal que con tanto desvelo y profesionalidad les habían atendido, sin saber si alguno de los pacientes allí ingresados eran positivos o no.
Desde el momento mismo que llegaron al hospital contaron con la atención del pediatra quien les explicó todo lo referente a la enfermedad, y el papel que les tocaba jugar, tanto a la madre como al paciente, para poder recuperarse en el menor tiempo posible. Fue así como inició una estancia hospitalaria de casi 15 días, la cual, según le comentaron los médicos, fue una de las más largas que allí han tenido.
Durante ese tiempo, además de la recuperación de su hijo, dos cosas martillaban con fuerza en la cabeza de Iliana. Una era el hecho de que en casa estaba su otro hijo, de 17 años, quien debió quedarse solo. La educación recibida, le permitió bandearse con acierto esos días, mientras una vecina le apoyaba con la compra de algunos mandados. La otra, no ver el amanecer, la puesta del Sol, ni si la noche estaba estrellada o no. En la habitación donde se encontraban, la cual contaba con un baño, no había ventanas, y ni siquiera, por normas de seguridad, podían asomarse al pasillo, por lo que nunca supo en qué sitio exacto de ese “coloso” se encontraba.
El apoyo de sus compañeros, sus llamadas constantes, y la ayuda especial de aquellos que estuvieron muy al tanto de su otro hijo, son cosas que Iliana, confiesa, “no tienen precio ni forma de pagarlo”, y fueron de gran ayuda para superar su estadía hospitalaria. Al igual que lo fue el mantenerse trabajando desde su puesto como acompañante.
Tras 15 días y siete PCR positivos, por fin uno resultó negativo. Al oírlo, no daba crédito a la noticia. El resultado se lo dieron en la noche, y sin pérdida de tiempo, les llevaron de regreso a casa. Después llegó el tiempo de necesario aislamiento en la casa, y por fin, este 2 de marzo, Iliana regresó a su amada Radio Ciudad de La Habana, aunque aún sigue sin saber cómo su hijo pudo adquirir la enfermedad, pues “él no salía de la casa, solo en ocasiones, cuando iba a buscar el pan”. Pese a estar de alta médica y epidemiológica, su niño no está del todo recuperado, pues aún le quedan algunas secuelas que debe ir venciendo con el paso de los días.

De ahí que ella insista en “mantener una higiene constante, el lavado de las sábanas, los nasobucos, y no descuidarse al tocar los asientos y demás cosas comunes, como el mando del televisor y los teléfonos, a los cuales hay que pasarle constantemente cloro, así como evitar, en caso de no ser necesario, estar todos en la casa en la misma área. No es lo mismo lo que tú dices, o lo que te cuentan, a lo que tú vives. Estos días me ayudaron a valorar más el trabajo que hace el personal de Salud, y el esfuerzo de nuestro país para la atención a pacientes y familiares enfermos de la COVID-19”.
Mas, como toda obra humana, hay puntos que deben mejorarse, y uno de ellos, además del traslado a los centros de aislamiento, que debe ser más rápido, es el relacionado con el trabajo de los mensajeros que se encuentran en las comunidades. La atención a las personas en aislamiento domiciliario, según comenta, debe ser más sistemática, porque se trata de personas que no pueden salir.
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