
Incontables son los esfuerzos que el Estado Cubano realiza para evitar la proliferación de la COVID-19. Sin embargo, pese a las medidas adoptadas para frenar la pandemia, aun hay quienes insisten en violar lo establecido, y en no pocas oportunidades se pueden apreciar personas con los nasobucos mal puestos, sin ellos, o sin guardar el necesario distanciamiento social.
En las colas, es constante el accionar de las autoridades del Orden Interior, y de los miembros de la Lucha Contra Coleros (LCC), quienes una y otra vez alertan sobre la necesidad de mantener el distanciamiento. Sin embargo, su trabajo parece caer en saco roto, pues apenas han logrado que las personas se distancien, cuando la fila vuelve a encogerse y se transforma en un raro nudo, de dos, tres y hasta cuatro personas.
Se ha dispuesto la aplicación de severas multas a quienes no guardan la distancia requerida en los espacios públicos, pero por lo visto, se trata de una normativa cuya aplicación ha sido demasiado lenta. ¿Si no, cómo se explica que una y otra vez las personas se unan, como si fuesen atraídos por una extraña fuerza?
De nada vale que todos los días el Doctor Francisco Durán se desgaste explicando la cantidad de casos positivos que existen, los críticos, graves, las altas y fallecidos, y que llame a cumplir con las normas señaladas para evitar la pandemia, si cuando las personas salen a la calle, actúan de forma irresponsable.
Tampoco sirve el quehacer de los trabajadores de la salud, que día a día se levantan a combatir la pandemia, de los estudiantes y demás voluntarios que pesquisan, trabajan en los centros de aislamiento, de quienes acuden al surco para garantizar la alimentación del pueblo, ni de los miles de personas que, cumplen con lo establecido, mientras unos pocos se empecinan en hacer lo que mejor les plazca.
Lograr que en las colas reine el orden, al tiempo que se mantenga el necesario distanciamiento y el uso correcto del nasobuco, requiere de algo más que alertar y organizar. Se torna imprescindible imponer, a quienes con su accionar afectan la salud del pueblo, las medidas establecidas para tales casos. Quizás, de esa forma, al fin se ponga coto a las indisciplinas.
Ademas de poner multas a quienes no guarden la debida distancia considero se debe trabajar y porque no hasta multar a dirrctivos, dependientes y supuestos organizadores de cola que lejos de lograr colas mas dinamicas con su actuar las ralentizan .
Comenzar por decir las cosas por su nombre , son actos delictivos y criminales . Indisciplina queda para los niños del circulo
Concuerdo con usted hay demasiado desorden e irrespeto por las leyes. Es un mal que venimos arrastrando desde hace muchos años y nos hace mucho daño, ahora ha salido a relucir con la pandemia. Aqui en Centro Habana el desorden y las indisciplina es tan común, que es un milagro cuando puedes tener algo de tranquilidad en casa. La griteria, la música alta, los negociantes, los que se creen dueños de los barrios. ES ALGO ALARMANTE. CONFIO EN QUE LAS AUTORIDADES TOMEN EL CONTROL Y EXIJAN EL CUMPLIMIENTO DE LO QUE ESTA ESTABLECIDO ALGUN DIA. Gracias
Hoy en la tienda el Rocío TRD, reparto Antonio Guiteras, Habana del Este, no se pasaron los carnes por el proceso informático que identifica a los que repiten compras. Los coleros y acaparadores estaban de plácemes.