“La Lenin es un ratico, solo que dura por siempre”

                                                   Los Honguitos

Han pasado 11 años. Volví con la ilusión de encontrar los mismos profesores, los mismos pasillos, los mismos sueños; sin embargo, la Lenin ya no es la misma, han desaparecido algunos espacios, tiene muros extraños… y una cerca. 

La escuela, mi escuela, está dividida en dos. Donde antes coexistíamos todos, ahora hay límites marcados. Fue triste verla así e imaginar cuántas generaciones nunca conocerán el Bosque de la Amistad, el Anfiteatro Natural, la piscina de verdad, la extensa circunvalación… Fue como si te arrebataran los recuerdos. 

Pensaba en esas cosas mientras la recorría, porque luego de tanto tiempo se retomó la genial idea del Día del Egresado y muchos acudimos a revivir viejos tiempos.

Llegué a la cerca -la horrible cerca- y pasaron junto a mí dos estudiantes con amplia sonrisa. “¿De qué graduación eres?”, preguntaron. “¡35!”, contesté y, más adelante, en el Trampolín, una pareja de enamorados con una bocina portátil no escuchaba reguetón, sino Nothing else matters (en español, Lo demás no importa), de Metallica. Esa fue mi epifanía. 

Y es que la escuela nunca fue el albergue, ni el aula, ni siquiera el “Malecón”… No importaba si era grande o si estudiábamos muchos o pocos. La Vocacional era para mí un oasis, un refugio del mundo exterior. Como una familia compartíamos todo, nos cubríamos las espaldas, éramos felices.

La Lenin ya no es la misma; sin embargo, sigue siendo la de antes.  

Foto: Joyme Cuan
Foto: Joyme Cuan
Foto: Joyme Cuan
Foto: Joyme Cuan
Foto: Joyme Cuan
Foto: Joyme Cuan
Foto: Joyme Cuan