Con muchísimo trabajo, bastón en mano y espalda encorvada, subió a la guagua. Su voz, imperceptible, pedía casi en susurro el asiento de impedidos, con un tono marcado por el cansancio y los años vividos.
“Pase, abuela, que son los amarillos de allá”, decía un señor -sentado- mientras muchos nos apretábamos para abrirle paso a la anciana en su difícil travesía. “¡Por favor, hay una impedida!”, gritaba una mujer -también sentada-; “o están todos llenos o la gente es sorda”, reflexionaba otra desde su asiento.
Finalmente, la abuela pudo llegar y un hombre salió en su defensa, interrogando uno por uno a los pasajeros: “a ver, ¿usted es impedido? Enséñeme su carné. Y usted, ¿está embarazada? ...” y continuó así hasta llegar a una señora entrada en años, quien se vio obligada a pararse ante la presión del momento. Obviamente, a esta última también le cedieron un asiento pues, aunque no traía bastón, apenas podía mantenerse en pie.
¿Qué nos está pasando? ¿Por qué la indiferencia? El transporte está malo, es verdad; pero nuestra empatía, ¿también está mala? ¿Acaso el color de la silla influye más en nosotros que nuestra propia conciencia?
Buenos días Un artículo muy bueno. Pero en nuestra sociedad se ha perdido la cortesía, el buen trato, el cariño, cada una de estas cualidades van de la mano uno de la del otro, y si perdemos uno de ellos ya no existen los demás. Yo por ejemplo tengo un bb de 3 años y en ocasiones tengo que ir con él en brazos porque los asientos amarrillos como le llamamos están ocupados, y me pregunto solo existen los asientos amarrillos para cederle a un padre o una madre que anda con su bb en brazos?, acaso los que estamos sentados no hemos sido padres, madres y hasta niños que en ocasiones nuestras madres pidieron un asientos, pensamos que no llegaremos donde están estas personas con un bastón en mano, tenemos que revisarnos por dentro nosotros mismos y dejarnos de echarle la culpa a otros de nuestros propios problemas. Saludos.
Tengo entendido que a partir de los 75, hay.erechp al asiento amarillo, así me dijeron una vez. ¿Me equiv:oco?