Foto: Tomada del perfil de Facebook de Joaquín Betancourt Jackman

He aquí parte de la historia correctamente contada. Hay quienes dicen, que no hay quien mejor se parezca a los padres, que los propios hijos. En ese caso, me considero padre y creador de “Opus 13”; también padre y creador de la “Joven Jazz Band” y claro que sí, nos parecemos en los mismos avatares y en la intensidad de nuestras vidas.

Siempre (a los progenitores) nos ha tocado los momentos más oscuros y como alternativa, asumir sin más remedio crear la linterna o el farol para alumbrarnos nosotros mismos el camino. Pero como también dicen otros: “siempre hay un ojo que te ve, siempre hay un oído que te escucha, siempre hay corazones que te aman y almas a las que les duele tu dolor, que hacen justicia de tus ideas, de tu limpia conducta y disfrutan tus triunfos y alegrías.

Los artistas estamos advertidos que nuestro trayecto por lo regular es largo y no siempre cubierto de rosas, pero -a veces- el destino se empeña en que sea rocoso y en lugar de rosas solo encuentres flores silvestres, a veces..., aunque igual resultan una excelente compañía.

En el caso de la jazz Band, con buenas intenciones se dice corrientemente que ha sido “una gran escuela de música”; me disculpan, pero no es correctamente así; el proyecto de la “Joven jazz Band” ha sido un gran laboratorio docente de la música, de variados modos de hacer la música, de vivir y respirar la música toda, de llevar a la práctica un comportamiento escénico, práctico, en la ética del ser un profesional de la música, porque la música tiene una dramaturgia que puede regalar un gran espectáculo desde que se entra en la escena y donde la estética juega un importante papel.

Ver además:

Una reflexión oportuna y necesaria (Cubanía y el verdadero amor)