Foto: Raúl San Miguel

LLegamos al mes final del año y comienzan aflorar las reflexiones y análisis personales de la vida, de nuestro
acontecer hasta el presente. Llega el momento del juicio de nosotros, con nosotros mismos y así las cosas.

Pero aquí va el mío con y por mi país: Es el amor, el sentimiento más impactante entre los seres
vivos de distintas especies. Tiene variadas formas de expresión, pero es fácilmente detectable. Se hace sentir, con mucha fuerza, cuando es verdadero.

Pues siendo así, no albergo duda alguna que a mi país, a mi tierra le profeso un amor profundo que recorre todo mi interior y brota hacia el exterior con una pasión estremecedora.

Amo mi Cuba, como cualquier otro cubano que así mismo la ama desde cualquier latitud de la tierra: con ideas, pensamientos, miradas y perspectivas disímiles, pero la aman.

Ese amor me hace sentir gran alegría con los logros y conquistas. Los triunfos individuales de mis paisanos. Siento tristeza con las derrotas, abatido y hasta culpable de los errores que no tienen origen en persona, ni
salen directamente de mi cabeza ni mis manos y hasta llego a sentirme involucrado con la búsqueda de una solución a los problemas, por mi sentido de pertenencia, porque todo lo que ejecuto y pienso lo hago como cubano, lo hago en “plural”.

Logré en la universidad de la vida, licenciarme en la profesión de cubano y lucho tenazmente por lograr el grado master o doctorado y no precisamente en Oxford, Berklee u otras afamadas instituciones del mundo; ya bien sean en Moscú, Viena, Bruselas o Chicago, sino aquí; ¿dónde si no?; en el lugar que Celina y Reutilio, defendieron como “la tierra de mis amores”. Y yo añadiría “la tierra de millones de amores”.

A pesar de grandes esfuerzos,por mostrar avances en la convivencia con el mundo, a veces por la evidencia en las posturas que se asumen, no logramos admitir habernos equivocado, incluso mostramos disgusto cuando no estamos preparados para la crítica y mucho menos para la autocrítica. Por supuesto, no es muy fácil disimular si consideramos la crítica como una seria amenaza.

Con todo eso; a pesar de muchas cosas, amo más a Cuba, porque no hallo otra manera de amarte, no puedo lograrlo de otro modo y casi aseguro que jamás lo lograré, porque tengo el defecto, la manía y adquirí el vicio, de pensarte en plural. Lo digo y lo repito: te amo y te pienso en plural. Pienso que nunca hubo
otra opción mejor para nosotros, para que un mundo mejor sea posible para nosotros, pues sin dudas, será solo eso realizable: “Con todos y para el bien de todos”.

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