¿Distribuir los medicamentos del tarjetón según la numeración de la libreta de abastecimientos? Por descabellada que pueda parecer tal afirmación — al menos así me pareció en un inicio—, me hacen pensar que no andan por muy mal camino esos comentarios, escuchados aquí y allá, incluidos, por supuesto, los referentes a las colas en la farmacia. Sería parecido a la venta del módulo básico en las cadenas de tiendas.

El fundamento es que al menos así habría garantía de acceder al o los fármacos en un período de tiempo, pues la realidad es que se acumulan los meses y a no pocos les resulta imposible comprarlos por la vía oficial. Es conocido que la disponibilidad y distribución de medicamentos hace varios años que no satisface la demanda por las dificultades financieras del país —acentuadas hasta la ENE potencia— debido al bloqueo yanqui que obstaculiza o impide la adquisición de materias primas y medicamentos, persigue a nuestros proveedores y obliga a buscar a otros, casi siempre más lejanos, lo cual encarece los costos y añade tiempo a las importaciones y el proceso fabril si fuera el caso.

De ahí que el razonamiento en la población sea: de garantizar que los medicamentos disponibles lleguen a los necesitados en correspondencia a la prescripción médica y el bienestar de la salud de las personas a las cuales están dirigidos. Pero, en la práctica, por las razones objetivas descritas andan equidistantes la oferta y la demanda, con el hándicap de que hay no pocos lugares donde un grupo siempre compra, porque las condiciones se lo permiten, mientras son observables la presencia en las colas —durante varios días— de las mismas personas que, casualmente, las encabezan; además de la autorización, en algunas farmacias, para que una persona pueda comprar hasta con cinco tarjetones, y no me refiero a mensajeros o trabajadores sociales.

Conozco que desde el año pasado, al menos en la capital, se están revisando los tarjetones. Acertada decisión que ojalá arroje positivos resultados, porque hay tratamientos que terminan, y la dinámica social también cambia. En eso la muestra más cercana y antigua la tenemos con la disposición de emitir, según requieran, altas y bajas de personas en los núcleos familiares que regulan las oficodas.

Solo nos resta añadir que cuando se imbrican tantos elementos objetivos y subjetivos, encontrar el justo medio constituye un verdadero dolor de cabeza que, sin dudas, lleva mucho de solución colectiva y a nivel local, porque los tiempos difíciles obligan a adoptar decisiones atemperadas a los tiempos que corren y asegurarnos de evitar las condicionantes de las bolas.

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