“Es preciso acostumbrarnos todos a decirnos las verdades de frente, mirándonos a los ojos, discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideramos que nos asiste la razón, como es lógico, en el lugar adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta, o sea, en las reuniones, no en los pasillos. Hay que estar dispuestos a buscarnos problemas defendiendo nuestras ideas y enfrentando con firmeza lo mal hecho".

Esa reflexión, Raúl la hizo pública en enero del 2012, durante la Primera Conferencia Nacional del Partido.
Quienes hemos intentando ser consecuentes con esa reflexión del General de Ejército: "decir las verdades de frente...discrepar y discutir, discrepar incluso de lo que digan los jefes, cuando consideremos que nos asiste la razón...", la vida nos ha demostrado que eso tiene un costo y, como me decía un viejo y sabio jefe que yo tuve, te convierte en un subordinado "incómodo".

Qué es un subordinado "incómodo"...?. Es aquel que generalmente es bueno en lo que hace, como norma es disciplinado, respetuoso, cumplidor de lo establecido y con resultados en el desempeño de sus funciones, pero, es un tipo que incomoda a algunos jefes, porque es el que no tiene miedo a decir lo que piensa, el que defiende con pasión y vehemencia sus criterios, cuando considera que le asiste la razón. No es ese subordinado que abunda mucho, que cuando el jefe habla generalmente exclama "si jefe, es así como usted dice".

El subordinado "incómodo" es aquel que cuando tiene un criterio que no coincide con el del jefe le dice "con todo respeto, yo tengo otro criterio...".

La primera vez que lo haces, generalmente el jefe te mira y puede que te lo deje pasar y hasta te dé la razón, pero, si lo conviertes en una práctica habitual, aunque te asista toda la razón del mundo en lo que dices, e insistes en expresar lo que los jefes no esperan o no desean escuchar, entonces a partir de ese momento te conviertes en un subordinado "incómodo".

Si lo que dices "no le gusta" a tu jefe y si, además, "le molesta" a otros jefes que se sienten señalados con lo que dijiste, entonces comienzan "las llamaditas" a tu jefe y, a partir de ese momento, te conviertes en un subordinado "incómodo con riesgo".

Si esa conducta tuya ubica a los jefes "molestos" en la mira y la atención de sus jefes superiores y si, para colmo, pones en peligro a los jefes que están con molestia, pasas a ser un subordinado "incómodo peligroso".
Entonces, a partir de ese momento, digas lo que digas, tengas toda la razón en lo que dices, aunque seas muy bueno en lo que haces y tengas resultados innegables, eso como norma no importa para nada y, a partir de ese instante, lo que te queda como subordinado "incómodo", es como decía mi abuela Leonor, "lo que dura un merengue en la puerta de un colegio".

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