
Cuando este comentario comenzó a tejerse tenía otro título: Los pollos de mi cazuela no son para revender. Pero las tribulaciones de quienes estuvieron en una cola durante cuatro días para lograr la compra de ese producto, cambió el hilo del suceso noticiable. Ni Carlos Ruíz de la Tejera, uno de los talentosos artistas que han glosado nuestra cotidianidad, dedicó tiempo a retratar las colas, según cree recordar esta comentarista.
No hay quien dude que ellas forman parte de nuestras tradiciones, por estar desbordadas de cubanía, de “cubaneo” y de creatividad, con tal de garantizar la equidad en la repartición de alimentos y otros renglones necesarios. Vistas con buenas vibras, en las colas se logran amistades perdurables, que te avisan cuando “sacaron algo” en tiendas y bodegas del barrio.
Tan memorables como las colas son las libretas de abastecimiento, casi un miembro más de la familia. A la vez criticadas y queridas, la inmensa mayoría del pueblo se niega a que desaparezcan. Por eso tantas personas han reclamado su empleo en las tiendas donde se venden los productos no incluidos en la cuota normada. Finalmente se ha adoptado una modalidad de territorialización, que tiende a paliar con mejor acierto el acaparamiento, y a frenar el mercado informal al que muchos han tenido que acudir, pese a sus despiadados precios.
Pero, lo que parecía ser una garantía de acceso al pollo, uno de los productos en existencia y más demandados, se convirtió en una odisea en la tienda Variedades Mónaco, de ese barrio del municipio de Diez de Octubre. Allí se congregaron desde el domingo un grupo de clientes, a quienes les correspondía comprar durante esta semana. Las precavidas mujeres iniciaron la cola con antelación en espera del lunes, cuando “entrara el pollo”. Sin desdorar a los hombres, que también hacen colas, las expertas son ellas, incansables heroínas del hogar y más allá.
Lo cierto es que la paciencia tuvo que acompañarlas durante un buen número de horas. El camión llegó pasadas las 6:30 p.m., y todas aplaudieron pese a que ya deberían estar exhaustas. Los ánimos se caldearon cuando solo recogieron las libretas y el carné a las primeras 35, en medio de gritos, forcejeos y gestos altisonantes.
Más tarde dieron otros diez turnos a los siguientes en el orden de la cola. Contando a los llamados vulnerables, ese día despacharon en total a unas 70 libretas, más o menos la mitad de los presentes. Para que no se rompiera la cola, una agradable joven, identificada después como La Rubia, propuso fotografiar a los que se quedaron con las manos vacías. Así se hizo. Sumaron 69. Y, también, puestos todos de acuerdo, planificaron hacer guardia hasta el miércoles para velar que no se malograra el orden y evitar los colaos.
A esa altura la cola era más que un recurso para organizar. Incluso, más que un espacio de obligada socialización, es un bien preciado de la comunidad que había que cuidar colectivamente. No faltaron voluntarios y voluntarias. Ansiosos pero seguros de que adquirirían el pollo, aguardaron el amanecer del miércoles, habiendo cumplido las guardias correspondientes.
Poco después de las 10 de la mañana hizo su entrada triunfal el camión, pero unos minutos antes se había ido la electricidad, por lo que no se pudo descargar el ansiado alimento. No había cómo pesarlo, dijo el administrador de la tienda, perteneciente a Cimex. Otra espera más, hasta que cesara el apagón, a las 2 pm. A esa hora, en medio de la algarabía porque "vino la luz", alguien corrió la voz de que no regresaría el camión porque la carga la había dejado en otra tienda.
"¿Qué? No puede ser", dijeron casi a coro, entre estupefactas e incrédulas. La decisión firme y unánime fue permanecer allí. “No aceptamos un no por respuesta. Si esta semana no compramos, hasta el mes siguiente no tendremos chance”, decían.
Esperar al viernes, el otro día planificado, tampoco podría ser la opción porque significa perder uno de los tres días de distribución, y el administrador no sabía decir si iban a reponerlo. Viendo lo poco que despacharon el lunes, quedaban escasas esperanzas pues no alcanzarían los que se incorporaron a la cola detrás de los primeros 69 clientes de las dos bodegas planificadas para esta semana.
No podían entender que la falta de fluido eléctrico impidiera descargar la mercancía ni que no existiera otra salida. Nadie es ajeno a las dificultades y las escaseces del país, pero el problema creado provenía de otras causas. Por eso, varias vecinas localizaron el número del Puesto de Mando del gobierno municipal y dieron a conocer la situación. La delegada del bloque de la FMC, quien estaba entre las que hacían la cola, llamó al secretario general del núcleo del Partido zonal y al delegado de la circunscripción.
Ambos se sumaron y atendieron la justa demanda de las mujeres reunidas allí, decididas a no cruzarse de brazos ni marcharse sin respuestas convincentes, ni sin solución. Durante más de tres horas aciagas se realizaron diversas gestiones con las autoridades municipales. En una sola voz, el barrio asumió que ninguna administración puede tomar decisiones sin agotar alternativas, sin acciones claras, transparentes.
Claro sí está que ponerse de espaldas a su misión de servir y abandonar al pueblo al sálvese quien pueda, resulta inaceptable. Cuando gracias a la persistencia del reclamo, se consiguió desde el gobierno municipal una respuesta positiva y justa, todas se miraron sabiendo que la unión hace la fuerza. O como afirmara Martí: “Solo una fuerza necesita un pueblo: no desconfiar de su fuerza. Y para que sea más eficaz, no ha de emplearla con abuso, ni envanecerse de ella…”
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"A la vez criticadas y queridas, la inmensa mayoría del pueblo se niega a que desaparezcan. Por eso tantas personas han reclamado su empleo en las tiendas donde se venden los productos no incluidos en la cuota normada" Apretó ud con esto... El problema es el desabastecimiento. Nadie necesitaría ni pediría la libreta de abastecimiento si las tiendas y bodegas estuvieran colmadas de productos. Eso que ud ha escrito es una distorsión total de la real necesidad del racionamiento, que ni con la famosa libreta, alcanza para todos. Por eso la desgracia de las colas, ni cubanía ni cubaneo
Llevar la cola, a un elemento de la cultura nacional, cuando es solo obra de una pésima administración. Donde hay libertad de mercado, puede haber mendigos, pero nunca habrá colas
Artículo muy verídico, muy bien redactado y explícito. Felicidades Liset Garcia. Las gestiones realizadas muy justas y de manera profesional, por ambas compañeras de la federación, las que contaron con el apollo de la población allí presentes, y que dieron un resultado contundente. De no haberse hecho, las gestiones anteriormente mencionadas, hoy por hoy, no hubiéramos resuelto para nuestras familias, el pollo, esperado con tanto anhelo. Creo, que se debió por parte de la administración de la tienda, haber coordinado con el gobierno de diez de octubre, cosa que desconozco si se hizo, para que se sustituyera el camión que se desvió, y que no se descargó, por razones justificadas, ya que no había fluido eléctrico, y el pollo era por pesaje, y no por los paquetes ya con el peso de 2,00 kg, pues eso hubiera evitado tanta demora y disgusto en la población. Al final se resolvió el problema, pero la situación, se estaba caldeando, pues determinados individuos, quisieron poner en conflicto la situación, cosa que no permitimos. Considero que el sistema implantado, para la adquisición de los productos, por bodegas, en una semana, en la tienda del Mónaco, debiera estudiarse nuevamente, por parte de los responsables, pues en una semana, no se suministra a la tienda de todos los productos, ni en suficiente cantidad, ni de manera periódica, para las bodegas seleccionadas. A veces, no se suministra ninguno, en una semana, como ya sucedió. Esto además de proporcionar un desgaste físico y mental, pues todos los días de la semana hay que ir a la tienda a hacer la cola infernal, para comprar lo que venga, y si es que lo traen, cuando no compras nada, como ya sucedió que en una semana, que no se.suministró producto alguno, las personas que trabajan, tienen que dejar de hacerlo, para adquirir lo de su familia, o de lo contrario, se quedaría sin nada, y en la semana que no se suministró nada, perdieron su tiempo miserablemente, y el disgusto fue doble. Es del criterio en mayoría de la población, y en el mío, que se sitúen los cárnicos, en las carnicerías del barrio, y entonces, si no hay para todos, se distribuyan por bodegas, haciendo una rotación adecuada, para que todos alcancemos. Mis saludos cordiales, y muchas gracias,.por hacer públicas situaciones como estás, que no debieran repetirse, y de las que se deben sacar experiencias.
De Galerías Paseo, ni hablemos, lo mismo en todas partes!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!Los que tenemos más de 65 años no podemos hacer esas colas. En los últimos quince días he hecho varios intentos de marcar en los cárnicos y aseo pero no podemos (más de 65 aós) estar desde por las mañana hasta por la tarde, ayunando con un calor horrible haciendo una cola que no avanza. Hay quiena se ha levantando a las cinco de la mañna y cuando llegó ya había personas, si ves 10 multiplicalo por cinco o más por la marcadera. Vamos a llegar al punto de tener que adoptar une Ley Orgánica de Colas, que esta institutución nos acompañará no se sabe hasta cuando. No sería mala idea: con acápites, por cuantos y todo y justicia (juicio) para los que sacan los productos por detrás o se los reparten.
Yo lo que no entiendo es que este diario es el órgano del Comité Provincial del Partido en La Habana. Y qué va a hacer el Partido, al cual ningún problema le puede ser ajeno, sobre el disparatado sistema de distribución en las tiendas? Contemplar y quejarse o actuar y cambiar?