Foto: Tomada de Redes Sociales

Estamos todos de acuerdo que no hay despedida más tosca y muchas veces carente de educación que la del famoso emoji del pulgar hacia arriba. Así no pocos responden –respondemos– ante una razón con la que no concordamos, pero no sabemos qué decir. Pues sí, hasta en dicho modo coloquial y posmoderno de comunicación se trasladan los peores vicios de la comunicación malsana. Es que nada sustituye a la vieja palabra dicha directamente a la cara, con la tranquilidad, respeto y franqueza que podemos divergir o acordar sobre cualquier tema.

Y sí, es más fácil compartir un guiño para la persona que nos gusta, un aplauso para los logros del amigo o una sonrisa para las buenas noticias siempre que seamos amables y considerados con los que decidimos compartir una conversación. Pareciera que una pared se levanta frente a la empatía y la bondad en la era de Internet, cuando cualquier situación es causante de discusión o dilema en redes sociales. Los espacios virtuales al impulsar la instantaneidad nos pueden forzar a dejar de lado cualidades humanas tan necesarias en los tiempos que corren, pues se hace necesario reformar para bien las formas en las que nos comunicamos.

Entonces, si sentimos la necesidad de ser mejores, de mantener en terreno saludable nuestras relaciones, cuidemos la forma en la que un símbolo o una palabra mal escrita pueden deformar el contenido de una conversación. Digamos lo que deba ser dicho con claridad, dejemos de lado la apatía y la vagancia lingüística, en nuestro hermoso español sobran las palabras, y sí, también hay emojis de corazones, soles, arcoíris y caras de felicidad que bien describen los sentires más positivos que podamos entregar.

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