Foto: Kaloian

Ante la intermitencia y déficit de productos alimenticos en la red general de tiendas de Comercio en moneda nacional por las causas conocidas por la población, la libreta de abastecimiento sigue teniendo un rol decisivo en estos complejos tiempos.

La también libreta de control de ventas de alimentos o de abastecimiento que se emplea mensualmente en el sistema de bodegas, carnicería y lechería de las localidades ha demostrado su valía. El infame recrudecimiento del bloqueo y la pandemia de la COVID-19 constituyen dos virus que provocan cuantiosos daños a los ciudadanos en el contexto actual.

Y aunque sin dudas esa fórmula de control establecida hace unas seis décadas (y que nació precisamente por el asedio temprano del gobierno de Estados Unidos a la nación cubana, la cual decidió hacer una Revolución que sustentara la independencia con justicia social) parecía estar en proceso de extinción, o reduciendo paulatinamente sus ofertas al liberalizar entonces varios productos alimenticios como azúcar, granos, sal, harina, y otros, a lo que se sumaron jabones, detergentes y pasta dental disponibles en unidades de productos industriales y demás entidades comerciales.

Con la actualización del modelo económico en construcción, estaba previsto además un mayor número de propuestas de mercancías en venta a la población, así como el perfeccionamiento y ampliación de importantes servicios, no solo estatales, sino también de actividades por cuenta propia, entrega de créditos bancarios y aplicación de otros mecanismos en proceso para viabilizar y mejorar la calidad de vida de los cubanos.

Sin embargo, aunque el país continúa su rumbo hacia la obtención del desarrollo sostenible y no renuncia a su proyecto socialista de avance económico y social, en la coyuntura actual, agravada por los flagelos del virus y el cerco imperial, fue preciso prorrogar algunos planes e inversiones, y retomar la incorporación de determinados productos básicos (antes liberados) al control de la libreta de abastecimiento.

Entre estos están el aceite, el pollo, el aseo, y otros de gran demanda que entonces eran habituales en tiendas y mercados de TRD y otras cadenas de Cimex, las cuales sufren también los vaivenes provocados por el asedio económico-financiero de la administración estadounidense obcecada con destruir la Revolución.

En las comunidades y barrios se aprecia por parte de la mayoría de los habitantes complacencia ante la estrategia de ir ubicando en el registro de consumidores del Comercio Interior todos aquellos productos esenciales para la población, pues se dificulta su adquisición por parte de trabajadores y población en general ante la presencia sistemática de los revendedores en los puntos de venta y las excesivas colas que ello genera.

También existen barriadas que cuentan con pocos establecimientos de ventas y las personas tienen que trasladarse a efectuar sus compras a lugares lejos y donde es muy complejo acceder a los productos por el volumen de clientes que tiene en el radio de acción. Eso lo hemos constatado en zonas del interior de Luyanó y Santos Suárez, en el municipio de Diez de Octubre, y en áreas de Plaza de la Revolución con una densidad poblacional grande.Deben seguir estudiándose las alternativas con el propósito de acercar o crear opciones de compra más factibles.

La distribución de la canasta familiar es insuficiente, aunque sigue constituyendo un mecanismo importante para ordenar la adquisición de las mercancías de mayor demanda popular.

La voluntad política del Estado y la unidad del pueblo en torno al proceso revolucionario y en defensa de las conquistas alcanzadas, hace invencible a este aguerrido país que no ceja en su empeño por obtener la victoria ante el genocida bloqueo y la maldita COVID-19. Y sobre todo, está inmerso en conseguir el desarrollo y un mejor bienestar para cada uno de los compatriotas que cohabitan esta hermosa tierra.

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