Foto: Portal de la Radio Cubana

Muy vergonzoso resulta el rol que desempeña la Organización de Estados Americanos (OEA), particularmente agravado el descrédito tras la dirección del señor secretario general Luis Almagro, el ente directivo más despreciado que ha conocido la región latinoamericana y caribeña.

El también denominado Ministerio de Colonias, la OEA, conspira cínicamente una vez más, contra el noble y solidario pueblo de Cuba.

Esta vez Almagro, siguiendo el guión prefabricado en Estados Unidos (EE.UU.) presionó a decenas de gobiernos soberanos en busca de una condena a la Isla por los sucesos del 11 de julio los cuales están fehacientemente demostrado por las propias redes sociales y la gran cantidad de falacias emitidas por esa vía que fueron incitados con etiquetas de corte “S.O.S. Cuba”, o “Intervención Humanitaria”, entre otras muy burdas con esencia subversiva aparecidas en twitter, sitio que se prestó a la manipulación y utilización con fines de extremismo político y terrorista ante los mensajes en ella reflejados.

Los pitiyanquis, como se les dice en la nación caribeña a pro-anexionistas y mercenarios al servicio de los intereses de una potencia extranjera como EE.UU. (que paga por sus servicios a los vende patria), se aprovecharon de manera oportunista del recrudecimiento del bloqueo económico, financiero y comercial, y del momento en que se originó por nuevas cepas del virus de la COVID-19, un aumento de los contagios y fallecimientos. Este flagelo ataca también a otros pueblos del mundo, (incluso en desarrollados como Norteamérica y Europa) y ha dejado en varias regiones miles de fallecidos y millones de enfermos.

Sin embargo, en momentos que la OEA convoca a actos contra la Mayor de las Antillas, su pueblo asediado y víctima de estrategias perversas marcadas por el odio desde USA, logra ir inmunizando a su población.

Cerca de 8 millones de cubanos ya han recibido alguna de las tres fases de las vacunas Abdala o Soberana 02, y avanza en varios ensayos clínicos con otras opciones creadas por científicos nacionales, y resultó ser el primer país de América Latina con vacunas propias, las cuales se suministran a todos los ciudadanos por igual, revolucionarios o no, y de forma gratuita. Eso no lo valora la OEA de Almagro por la profunda ceguera política y vileza que padece.

Este discípulo obediente de Washington omite además que la componenda a la que hace referencia contra la Isla estuvo permeada de injerencia extranjera, férrea campaña de desestabilización y subversión organizada desde Miami por la mafia cubanoamericana allí radicada y en contubernio con lóbregos intereses de senadores, esencialmente republicanos, que no cejan en su empeño de fomentar desobediencia civil y caos en la Mayor de las Antillas.

No perdonan que ante el mundo Cuba sea un referente de tranquilidad y paz ciudadana, además de ser un territorio alejado de vicios, drogas y violencia como acontece sistemáticamente en otros lugares del hemisferio.

Almagro jamás ha propuesto acciones de condena contra los gobiernos de América aliados a Washington, tampoco ante los graves sucesos ocurridos en EE.UU.; represión contra ciudadanos afroamericanos y el salvajismo que significó el asalto al Capitolio de Washington.

Tampoco ha mostrado ser enérgico ante la crueldad que representa haber perdido la visión o la vida por disparos de balas de gomas o asfixia por gases lacrimógenos en multitudinarias protestas vigentes en países del Sur del continente, algunas muy vigentes, ante gobiernos súbditos de la Casa Blanca que todavía no dan respuesta a violaciones de derechos humanos con récord de desaparición y muerte de líderes campesinos, indígenas, estudiantes, entre otros ciudadanos pobres ultimados impunemente en comunidades.

Ninguna de las barbaries antes expuestas se ven en Cuba, lo que realmente prevaleció el 11 de este mes fueron actos vandálicos en puntos del país, no espontáneos y sí muy violentos, protagonizados por elementos antisociales y delictivos con antecedentes penales que llegaron a agredir a policías, población civil, establecimientos comerciales y con degradación total, apedrearon un pediátrico infantil. De eso no habla la OEA ni lo condena, se hacen cómplices de los vándalos y la irresponsabilidad en las circunstancias actuales de pandemia. Igualmente callan sobre las consecuencias para cualquier nación del genocida bloqueo imperial más largo y criminal de la historia.

¡Basta de infamia y burdas mentiras contra Cuba! La OEA no tiene facultad moral ni jurisdicción alguna para condenar a esta tierra de gigantes. ¡No más injerencia ni agresiones a la soberanía nacional!

Ver además:

¿Un cuento de camino?