Parece idea de una novela de fantasía pedirle al cubano que tome distancia. Cada día en mi labor periodística recorro colas, establecimientos, centros laborares donde la preocupación del inminente contagio y propagación del coronavirus se desvanece ante la cruda realidad. Regresan a mi mente las palabras del doctor Durán sobre la necesidad de entender la responsabilidad individual y el peso que esas acciones tienen sobre los demás.

Aunque para la nueva etapa se impusieron medidas restrictivas fuertes parece esfuerzo gastado en vano cuando continúan las aglomeraciones. Multas y restricciones deben ser escarmientos, no metas diarias a completar con números.

Quizá aún faltan espacios en nuestros medios y fuerza en las campañas para reforzar la conciencia colectiva de la Ciudad Maravilla. Solo seremos capaces de parar el avance de esta pandemia si atacamos con fuerza y razón fomentando una civilidad responsable en nuestras calles.

Es imprescindible que prime el ejemplo y el racionamiento lógico, la cultura y educación por la que esta nación se mantiene inmensa ante las potencias donde las personas perecen desvalidas en las calles.