4 de la tarde, esquina de Coppelia. Intento ir a casa después de un día largo de atención a niños y adolescentes.

Dejo ir tres carros que piden 100 pesos hasta 26. Pero estoy cansada y hay tumultos peleando por subirse en los carros....no hablo de los grandes tumultos de las guaguas. 

Un taxi amarillo de los de Cooperativas, se detiene y anuncia: ¡Ceguera! - Voy hasta 26- le digo y me responde - 100 hasta 26. - Ok.- Me monto.

Detrás de mí dos personas piden ir hasta Paseo. - A 50 Paseo - Me quedo pensando.

En Paseo justo cuando se bajan ellos, un joven pide "Ceguera". - A 100 le dice el chofer.

Sigo pensando y me animo a preguntar. - ¿Por qué 100 hasta la Ceguera y de Coppelia a 26 vale lo mismo?.

Respuesta: Muy simple. Porque de 26 hasta la Ceguera puedo no conseguir pasaje y tú ya me lo pagas.

Me asombro y riposto. - Me resulta difícil creer que desde 26 hasta la Ceguera, no consiga pasaje a esta hora. Es un tramo largo. Pero además aunque yo me subí aquí sabiendo que me iba a cobrar 100 pesos, su lógica me parece abusiva.

Chofer: bueno pero esa es mi explicación. Tengo q asegurar los cuatrocientos pesos del viaje.

Yo: Sí, ya lo entendí. Mi lógica sin embargo es que yo llevo todo el día poniendo todo mi esfuerzo en ayudar a niños en consulta y de pronto la suya me abruma. Pero no se preocupe, yo solo quería entender.

Respuesta: mire si quiere deme 50 o no me de nada, vaya. A mí me da igual.

Y yo: No señor, no se trata de eso. Se trata de sensibilidad.

23 y 26. El taxi se detiene. El billete de 100 pesos viaja de la parte de atrás del carro hacia alante, de alante hacia atrás, y así varias veces hasta que al fin logro bajarme y le dejo al Padre de la Patria en el asiento, como testigo de una conversación sobre diferentes maneras de ver la vida en nuestra Cuba de hoy.

(Tomado del perfil de facebook de Roxanne Castellanos Cabrera)

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