Un hombre de 77 años, guajiro de nacimiento, que vivió toda su vida en el campo y que lo trabajó por más de 50 años, me escribió una carta para narrarme lo que le sucedió recientemente, en la misiva agrega: que no puede entender que eso ocurra en Cuba.

Dice este señor que la vieja, su esposa, le dijo que fuera a buscar un pedazo de calabaza porque iba hacer frijoles colorados, expresa el aludido que se dirigió a la placita más cercana y que no encontró calabaza, fue a varios de estos establecimientos y tampoco encontró la dichosa calabaza.

Me argumenta que ni con los particulares pudo resolver, ya desfallecido se encontró con un carretillero que poseía unos pedacitos que parecía tener hepatitis porque estaban descoloridos, tomó el más chiquito y preguntó por el precio y el carretillero le dijo 30 pesos. Tuvo que tragar en seco y no decir nada. La compró.

Esto que le cuento, escribe el campesino, es para decir que no puedo entender que en este país, donde la calabaza se da en cualquier parte, no exista en los establecimientos estatales. Mira periodista, antes nosotros no sembrábamos calabaza porque las personas la cogían de las cunetas, solares yermos, basureros y en cualquier lugar. Las que se producían eran fundamentalmente para los pueblos grandes, donde se dificulta más encontrarla silvestre.

Otra cosa que quiero decirle es que ahora cada vez que ocurre un ciclón comienzan hablar de las producciones de ciclo corto, o sea de los productos que están listo para el consumo en alrededor de tres meses, por qué hay que esperar que dirigentes naciones orienten sembrar producciones de ciclo corto, al pasar un ciclón, algo que es obligación de los directivos de cooperativas y granjas de hacerlo durante todo el año.

Realmente, agrega, las producciones en la agricultura están de patas pa´arriba. Si esto no se regula ahorita es insoportable comer lo que con tanta bondad da el campo, claro, si lo trabajamos.

(Tomado del perfil de facebook de Enrique Tirse)

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