Para muchos cubanos, tener tres triplistas clasificados a Tokio 2020, era una muestra de que se podía soñar con una medalla olímpica. Pero el sueño comenzó a quebrarse antes de llegar a la cita estival, cuando Jordan A. Díaz decidió abandonar la selección nacional.
Ya en Tokio, llegado el día en que se discutiría la jornada clasificatoria del triple masculino, se dio a conocer que Andy Díaz, quien tenía el mejor registro personal de los dos cubanos que se hallaban en la tierra del sol naciente, con 17.63 metros logrados esta misma temporada, no se presentaría a la competencia.
Ello, naturalmente, reducía las posibilidades reales de acceder al podio, e incluso de estar entre los ocho mejores del torneo, toda vez que Cristian Nápoles, aun cuando tiene 17.38 metros de marca personal, esta temporada solo había alcanzado los 17.03, mientras sus rivales mostraban mejores resultados.
Sin embargo, la forma en que se presentó, logrando en el primer salto 17.08 metros, para vencer la marca de 17.05 que se pedía para acceder por directo a la final, hicieron a más de uno pensar que el cubano podría estar, al menos, entre los ocho finalistas.
Pero lo ocurrido en la jornada de la verdad, esa donde los nervios son el peor enemigo y los campeones sacan la casta que les caracteriza, Nápoles no pudo, siquiera, acercarse a lo logrado en la jornada previa. El cubano inició la competencia con un fallo, al no detener nunca la carrera de impulso. Después, salt 16.63 metros, y finalmente volvió a fallar. Esos números solo le permitieron quedar en el lugar 10 de la competencia y con ello, se desbarataron tanto sus sueños, como el de millones de cubanos de verle, al menos, entre los ocho mejores de la justa.
Cabe aclarar, que de haber repetido el 17.08 de la clasificatoria, hubiese escalado hasta la octava posición, y ni que decir de igualar su marca personal (17.38), lo que le hubiese llevado hasta el sexto lugar.
Pero así es la competencia, todos los días no se logra la marca personal de uno, ni los sueños, aun cuando se hagan con los pies sobre la tierra, se logran alcanzar siempre. Aunque, no por ello, debemos dejar de intentar hacerlos realidad, porque si una cosa no se puede permitir un deportista, es conformarse con la derrota, acostumbrarse a ella. Al atleta, los reveces le tiene que doler, como le dolió a Cristian la derrota sufrida en esta oportunidad en Tokio.
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Extremadamente mal, la competencia le quedaba demasiado grande El Atletismo nuestro muy, pero muy mal, decepcionante en esta olimpiadas, sin dudas el deporte de más pesima actuación Casi todos lesionados, poco combativos y muy faltos de preparación psicóloga