Cuando mañana lunes –poco después de las 10:50 p.m., hora de Cuba– la habanera Marina Rodríguez suba a la plataforma del Foro Internacional de Tokio para competir en la división de los 64 kg de la halterofilia de los XXXII Juegos Olímpicos, seguramente lo hará con la idea de mejorar el octavo lugar que ocupó en Río de Janeiro 2016 y sin perder de vista la posibilidad de escalar al podio de premiaciones.
El reto no será nada fácil para la giraldilla, pues en el listado de las inscriptas para la justa aparecen en el mismo peso figuras con excelente historial en lides de primer nivel, ya sea en eventos continentales europeos como panamericanos, olímpicos o mundiales.
Entre las rivales más conocidas –algunas de ellas asiduas contrincantes de Marina en los últimos años– estarán la colombiana Mercedes Pérez y la ecuatoriana Angie Palacios, medallistas de oro y plata, respectivamente, en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
La representante de Colombia ha sido un duro escollo para la cubana. Ella también se coronó en Toronto 2015, donde la muchacha de Marianao conquistó la presea de plata.
De más allá de América Latina también asistirán oponentes de elevada calidad como la británica Sarah Davies, subcampeona de Europa en este 2021, y la canadiense Maude Charron, quien se alzó con tres metales plateados (en arranque, envión y total) en la Copa Mundial de Roma 2020.
Sin embargo, por diversas razones no estarán en la principal ciudad japonesa halterofilistas muy reconocidas como la actual monarca olímpica, pentacampeona mundial y multirrecordista del orbe, la china Deng Wei;
ni sus acompañantes en el podio de Río 2016: la norcoreana Choe Hyo-Sim y la kazaja Karina Goricheva.
Tampoco concursará la rumana Loredana Toma, campeona mundial en 2017, bronce en 2019 y multimedallista de Europa entre 2013 y 2021. La ausencia de Toma la motivó la decisión del Panel de Sanciones de las Federaciones Miembro Independientes de la Federación Internacional de Halterofilia de
prohibir que esa nación compita durante un año, tras comprobar múltiples violaciones por dopaje.
Más allá de quienes acompañarán o no a Marina Rodríguez en su segunda aventura olímpica, ella tendrá que enfrentar un desafío extraordinario, sobre todo si se tiene en cuenta que la irregularidad en los entrenamientos –provocada fundamentalmente por la triste irrupción de la COVID-19 en el planeta– le afectó desde el punto de vista técnico y apenas tuvo tiempo para alcanzar la forma deportiva óptima.
No obstante, la pesista capitalina tiene un primer propósito y, sin duda, buscará lograrlo a toda costa. Ella pretende hacer el mayor biatlón posible para incluirse entre las finalistas. Mientras sucede, en la noche de mañana lunes, solo nos queda apoyarla desde la distancia… acompañarla en cada intento.
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