El Campeonato Provincial de Fútbol Sala, que debía comenzar mañana lunes 11 de enero en el recinto
polideportivo Ramón Fonst, quedó suspendido hasta nuevo aviso por causa de la situación epidemiológica existente en la capital, y en todo el país, debido a la presencia indeseable de la COVID-19.

En este certamen iban a competir equipos en representación de los 15 municipios de la ciudad, además del conjunto de La Habana Juvenil, campeón vigente luego de imponerse en la edición anterior de la justa.

Ya en el Congresillo Técnico, efectuado el jueves último, se había definido que los elencos se repartirían
en tres llaves y se jugaría por el sistema de todos contra todos. Las dos selecciones mejor ubicadas de cada grupo (serían seis en total) clasificarían a la siguiente fase, donde también se enfrentarían por el sistema de todos contra todos. El equipo que más puntos llegara a acumular, después de rivalizar una vez con cada uno de los cinco restantes, se ceñiría la corona… Tal formato, muy bien concebido, sería recomendable que se aplicara si, en definitiva, más adelante se pudiera realizar esta lid provincial.

Según había dicho hace unos días a Tribuna de La Habana Roberto Cuza Mariño, coordinador provincial
del fútbol sala en la capital, los partidos de este campeonato se celebrarían días entre semana, y estaba
previsto que la competencia se efectuara con todo el rigor que exigía el combate al nuevo coronavirus en la
ciudad, con total apego a la necesidad de cumplir con las disposiciones orientadas por las autoridades sanitarias.

El directivo del fútsal habanero entonces además habló de la importancia de respetar el calendario en esta lid provincial, en aras de tener más tiempo para la preparación de los equipos capitalinos que intervendrían en el venidero campeonato nacional, cuya fecha de realización sería en abril… pero lamentablemente otra vez el virus impone la comprensible espera.

Vista esta atinada posposición, se puede vislumbrar que la justa nacional también pudiera ser aplazada, en un año donde el deporte no ha escapado a los azotes del SARS-COV-2, con atletas y personal vinculado al fascinante mundo deportivo como víctimas, y eventos cancelados o postergados, como los mismísimos Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ahora programados para el verano de 2021.

En Cuba, donde la previsión suele salvar vidas, es bienvenida la decisión de dejar para después –o cancelar– la fecha de inicio o la participación en un torneo, ya sea internacional, nacional, provincial o interbarrios. La competencia que todos debemos ganar ahora es por la salud y por la vida. Esa sí es, sin duda, una decisión impostergable.

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