Dentro de pocos días —el venidero jueves 17 de diciembre— cumplirá 48 años uno de los hombres que más ha llenado de gloria a La Habana y a Cuba por su extraordinario desempeño en el atletismo, específicamente en la modalidad de salto de longitud.

Iván Lázaro Pedroso Soler puede ser un nombre poco conocido para las novísimas generaciones, pero solo basta con una simple mirada a su rica trayectoria deportiva para quedar fascinado con su magnífica técnica, su inteligencia como competidor y su probada capacidad para creer siempre que alcanzar la victoria es posible.

Sus saltos solían transformarse en medallas Foto: Tomada de Redes Sociales

Estas y otras virtudes le sirvieron mientras se mantuvo activo como atleta, pero también fueron herramientas indispensables cuando decidió asumir el reto de convertirse en entrenador de deportistas de élite del contexto atlético internacional.

El saltador capitalino conquistó nueve coronas mundiales: cinco en pista cubierta (Toronto 1993, Barcelona 1995, París 1997, Maebashi 1999 y Lisboa 2001) y cuatro al aire libre (Gotemburgo 1995, Atenas 1997, Sevilla 1999 y Edmonton 2001).

De los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 se recuerda el duelo por la medalla dorada que sostuvo con el australiano Jai Taurima, a quien el apoyo de su público le sirvió para realizar tres de los mejores saltos de su carrera deportiva, pero no le alcanzó para llegar a la cima del podio, pues el giraldillo se encargó de rematar en el último intento y clavó sus pinchos a la distancia de 8,55 metros, seis centímetros más lejos que el anfitrión.

“Iván el Terrible” o “El saltamontes”, como le llamaban al multicampeón habanero, superó extraoficialmente el récord del mundo en dos ocasiones: en marzo de 1995, en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata, Argentina, se convirtió en el único humano en saltar más allá de los nueve metros, pero su registro no se hizo oficial debido a que contó con viento a favor. También en ese año llegó hasta los 8,96 metros en una competencia en Sestriere, Italia, para aventajar en un centímetro el tope mundial, entonces en poder del estadounidense Mike Powell, sin embargo, se anuló la plusmarca del cubano porque en el momento del salto un juez pasó por delante del anemómetro y obstruyó la lectura real del viento.

En otros eventos, Pedroso en 1992 fue campeón iberoamericano en Sevilla, España y en la Copa Mundial de La Habana; en 1995 se coronó en los Juegos Panamericano de Mar del Plata; en 1997 se impuso en las Universiadas de Catania, Italia y en el Grand Prix de la IAAF, celebrado en Fukuoka, Japón; en 1998 ganó la medalla de oro en la Copa Mundial de Johannesburgo, África del Sur y en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo, Venezuela; en 1999 fue monarca en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá; en 2003 dominó en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo, República Dominicana; y en 2004 sumó otra presea áurea en el Campeonato Iberoamericano de Huelva, España.

Como entrenador ha logrado transmitir su experiencia al francés Teddy Tamgho, quien en el triple saltó consiguió romper en tres ocasiones el récord mundial. Y ahora también entrena a la triplista venezolana Yulimar Rojas, subcampeona olímpica en Río de Janeiro 2016, campeona mundial en Doha 2019 y recordista del orbe en pista cubierta en este 2020, con salto de 15,43 metros. Hace solo unos días la World Athletics la eligió como mejor atleta de este año, excelente regalo de cumpleaños para su exitoso preparador.

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